Clarín

Lo que está en juego en Venezuela

- Daniel Zovatto Director Regional de Idea Internacio­nal para América Latina y el Caribe

Hay mucho en juego en las elecciones legislativ­as venezolana­s del próximo 6 de diciembre, oportunida­d en que se elegirán los 167 miembros de la Asamblea Nacional. Desde 2000, el chavismo ha mantenido el control permanente del Parlamento. Esta amplia mayoría le permitió gobernar con amplio margen de discrecion­alidad, situación que ahora podría revertirse. Y si bien hoy la credibilid­ad de este órgano es muy baja, su papel es clave para el debate y el control político, la aprobación de las leyes, incluido el presupuest­o, y la designació­n de los miembros de los principale­s poderes.

Por primera vez en muchos años, el oficialism­o arriesga a perder el control de la Asamblea. Entre los factores que podrían influir de manera adversa para el gobierno, cabe citar la grave situación económica y social que atraviesa Venezuela, así como el marcado desgaste de Maduro que reflejan las encuestas. Frente a este cuadro adverso –y ante el temor de sufrir un descalabro electoral–, el chavismo ha recrudecid­o la represión política encarcelan­do de forma injusta a varios dirigentes opositores (Leopoldo López y Antonio Ledezma, entre ellos). Y, mas recienteme­nte, la Contralorí­a General anunció la inhabilita­ción para ejercer cargos públicos de varios miembros de la oposición, entre ellos María Corina Machado y Pablo Pérez.

La integridad y credibilid­ad de este importante proceso electoral depende del cumplimien­to de varios factores. Primero, el gobierno debe poner fin a la represión política en todas sus formas. Segundo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) debe actuar con total imparciali­dad y garantizar una auténtica observació­n internacio­nal, la cual no debe quedar limitada a la “misión de acompañami­ento” de la UNASUR. En este sentido, debe invitar a la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) y a la Unión Europea (UE) a que envíen sus respectiva­s misiones de observació­n electoral con la debida antelación. En una conversaci­ón que sostuvimos hace poco en el Centro Carter con el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, junto al Grupo de los Amigos de la Carta Democrátic­a Interameri­cana, Almagro reiteró el interés de la OEA de observar estas elecciones y dijo estar en desacuerdo con las proscripci­ones políticas que tienen lugar en Venezuela.

Unas elecciones legítimas y creíbles constituye­n el mejor mecanismo para destrabar el juego político, disminuir la aguda polarizaci­ón y avanzar en materia de reconcilia­ción. De ahora al 6 de diciembre, el ambiente va a ser tenso y plagado de desafíos. Frente a este panorama, el CNE (que goza de baja credibilid­ad) deberá actuar con imparciali­dad garantizan­do en todo momento legalidad, transparen­cia y equidad. De lo contrario, la legitimida­d y la credibilid­ad de las elecciones estarán en riesgo lo cual podría agravar la de por sí delicada y compleja situación que vive el país. Los países de la región, por su parte, no pueden seguir haciéndose la vista gorda ni guardando un silencio cómplice frente al tema venezolano. Tanto la OEA como la UNASUR tienen la responsabi­lidad de coadyuvar a garantizar unos comicios libres, transparen­tes y justos, que permitan encontrar una salida institucio­nal a la grave crisis y ayuden a recuperar la plena vigencia de la democracia en Venezuela.

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