Cartas al país
“La bella historia de amor de los abuelos del genial Barenboim”
Circa el fin o principio de siglo, un gran vapor decimonónico esta por partir de un puerto europeo (¿Cuál es?: sólo puede aclararlo Daniel Barenboim). Es una atmósfera de bultos y maletas de cuero y cartón con lo poco que pueden llevar.
Entre todos esos rostros curtidos y esperanzados hay dos jóvenes, que no se conocen entre sí, muy jóvenes, casi adolescentes, abrigados maternalmente, que dejan todo, sus padres, su familia.
Ahora en el puerto de llegada, en Buenos Aires, ese pequeño mundo de inmigrantes están por pisar ese otro país que atrajo su destino, la Argentina, pero a ninguno de esos dos jóvenes las leyes migratorias les permiten ingresar por ser menores solos, sin la compañía de familiares en el viaje.
El capitán del barco, con su autoridad en ese pedazo de mar, trama una solución y para eludir el obstáculo resuelve casar a bordo a estos dos jóvenes que así logran desembarcar y reunirse separadamente con sus tutores. Sorteado el trámite, termina este fugaz matrimonio en los papeles como si fuera una ola que se deshace, pero ... pasan algunos años y sin recordar este episodio que casi no presenciaron se encuentran en otras circunstancias y se enamoran y antes de casarse ya lo estaban por ese capitán que los trajo del Viejo Mundo.
Esta que les cuento es la hermosa historia que me contaron con retazos de realidad y fantasía de los abuelos de Daniel Barenboim.
¿ Qué es esto, sino la fecundación de un destino de la vida?