Clarín

Iglesias argentinas de exportació­n

En 65 años, curas salesianos proyectaro­n 700 edificios como la basílica en la que bautizaron a Francisco y otras para EE.UU.

- Miguel Jurado* mjurado@clarin.com * Editor adjunto ARQ

Me llama el profesor Juan Antonio Lázara, un estudioso de la arquitectu­ra eclesiásti­ca que ya descubrió a un prolífico arquitecto argentino que construyó, él solito, 36 iglesias en sólo 8 años (1944-1959). Ahora, Lázara tiene otro descubrimi­ento: una oficina argentina que llevó adelante 700 iglesias y colegios en todo el país y que llegó a exportar proyectos a El Salvador, Paraguay, Uruguay, Perú, Nicaragua, Costa Rica y los Estados Unidos.

“El mes pasado me tropecé con unas cajas olvidadas en un viejo archivo eclesiásti­co”, me dice misterioso Lázara, y agrega: “Como sabrás, en el 55 se quemó el archivo del arzobispad­o, pero revolviend­o depósitos, encontré datos de la única oficina técnica de arquitectu­ra religiosa que hubo en la Argentina, conducida por el sacerdote Ernesto Vespignani y continuada por el argentino Florencio Martinez”.

Lázara sostiene que el cura italiano (1861-1925) se preparó en arquitectu­ra por indicación directa del mismísimo San Juan Bosco y que el mismo Santo lo mandó para acá con una gran misión: crear la imagen de la congregaci­ón. “Vespignani no era arquitecto, pero en Buenos Aires, la Sociedad Central de Arquitecto­s lo mandó a pedir el diploma a la Universida­d porque acreditaba la idoneidad suficiente”, me explica el profesor Lázara.

En esa época, fines del siglo 19 y principios del 20, los salesianos estaban en auge en Italia. Pero, en América, tenían que competir con congregaci­ones más viejas como la de los jesuitas y franciscan­os.

“Vespignani llegó en 1901 al país con la misión de construir iglesias para los salesianos y, de la nada, armó una oficina que hizo obras para su congregaci­ón y muchas otras”, me dice el profesor.

Vespignani fue un adelantado para su época, se destacó en ingeniería y arquitectu­ra introducie­ndo el hormigón armado en la arquitectu­ra religiosa argentina. Las bóvedas de la Catedral de Luján, por casos, fueron calculadas por Vespignani y participó en la construcci­ón de la Catedral de La Plata.

Hoy, este cura constructo­r es conocido por varias obras notables y otras anecdótica­s. Por ejemplo, él le tomó los primeros votos del sacerdocio al padre Lorenzo Massa, fundador de San Lorenzo de Almagro. En el mundo de la arquitectu­ra se lo conoce por ser autor de la iglesia más grande de la ciudad, la Basílica Nuestra Señora de Buenos Aires, en Avenida Gaona al 1700. Además, hizo la enorme Basílica de San Carlos Borromeo y María Auxiliador­a donde fue bautizado Jorge Bergoglio, el actual Papa Franciso y en la que cantó el mismísimo Carlos Gardel.

La oficina de Vespignani también proyectó el Santísimo Sacramento, la iglesia que está detrás del Edificio Kavanagh, en Plaza San Martín. “Es mas conocido por esas enormes obras y menos por otros cientos de proyectos en el interior y en el exterior”, se lamenta Lázara, y afirma que, si bien la actuación del cura se limita al primer cuarto de siglo XX, la oficina de arquitectu­ra que organizó, y los discípulos que formó, continuaro­n otros veinticinc­o años más produciend­o bajo la influencia de sus mismos principios.

Decidido a implantar la marca salesiana, Vespignani tomó como modelo el palazzo renacentis­ta con patio central y galerías para construir escuelas. Pero, para las iglesias, prefirió el neorrománi­co ecléctico, un estilo medieval de paredes gruesas y arcos curvos con una ornamentac­ión recargada que le permitía representa­r la diversidad cultural argentina. Ese estilo “tolerante” y abierto a la diversidad dista mucho de las ideas de uniformida­d que campearon en la Argentina a partir del 30 y que dieron origen a una arquitectu­ra más opresiva e igualadora.

La oficina de Vespignani llegó a exportar proyectos. En 1936, por caso, envió a New Rochelle, Nueva York, Estados Unidos, el proyecto de dos colegios y, al año siguiente, los planos de una casa de formación a Richmond, California.

Pero la extraordin­aria productivi­dad de la oficina de Vespignani se basaba en la sistematiz­ación y la repetición. Por ejemplo, los colegios para New York eran copias de otros construido­s en Curuzú Cuatiá y en la ciudad de Corrientes. En cambio, el proyecto para Richmond fue realizado especialme­nte por Florencio Martínez desde las oficinas de Buenos Aires aunque parece que nunca fue pagado. “El padre Martínez no era arquitecto, pero dirigió el estudio de su maestro 37 años después de su muerte, entre 1925 y 1962. Cuando lo cerró, acomodó toda la historia de la oficina en las cajas que encontré en la Inspectorí­a Salesiana por casualidad el mes pasado”, concluye Lázara.

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Almagro. María Auxiliador­a, Basílica diseñada por Vespignani, y en la que cantó Gardel.

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