Clarín

Trabajando con papá

El famoso payaso se presenta en un show junto a su esposa y sus dos hijos. Anécdotas divertidas y algo más.

- Daniela Aguinsky daguinsky@clarin.com

Alrededor de una mesa con mantel rojo, va y viene el termo y se comen cositas dulces. Un padre, una madre y dos hermanos con tonada cordobesa van y vienen en charlas y risas. El padre tiene toda la cara pintada con maquillaje artístico pero, para el resto de la familia, verlo así es lo habitual. “Nacimos con el personaje, es normal. Además es un poco más lindo que sin pintar”, dice Jeremías, de 26 años, su hijo menor. No parece, pero estamos en los camarines del Teatro Metropolit­an, al término de una función de Piñón en familia. Hace siete años, de los 26 que tiene el personaje, que los hijos de Piñón Fijo, Jeremías, y Sol, de 28 años, acompañan a su padre sobre el escenario. Por primera vez, Karina se une al resto para un gira y hace lo suyo: en las funciones, pasa a retirar los chupetes de todos aquellos que quieran dejarlo al mejor estilo del chupetómet­ro de Balá. ¿Cómo fue tener a Piñón de padre cuando eran chicos? Sol: Me acuerdo cuando era muy chiquita y él trabajaba en un shopping en Córdoba. Yo iba porque no tenían con quien dejarme, y me veía todos los shows. Tenía unos cuatro años. Yo nunca participab­a de los shows, hasta hace algunos años, entonces le gritaba “¡Papi! ¡Papi!” Para marcar la diferencia con los otros chicos. Jere: Con Sol y un par de amigos íbamos a todas las presentaci­ones. Tengo la imagen de que le arruinábam­os el show. Le anticipába­mos todos los chistes. ¿Cómo nació el personaje? Piñón: En la secundaria yo había hecho talleres de mimo. Sin querer, me había introducid­o en el mundo del clown. Tenía unas compañeras que animaban cumpleaños, y una vez una se enfermó. Me miró a mí como diciendo: “Este caradura se va a prender”. “Ni lo sueñes”, le dije. Al rato estaba yo pintado, con la guitarra, rodeado de chicos con una onda terrible. Ahí me picó el bichito. Y yo, después de probar muchos oficios, decidí probar con esto. Y desde entonces me quedé para siempre. Con Karina se conocieron en la secundaria. Tienen 29 de casados y 33 de que están juntos ... Piñón: Y este año cumplo 50. Sol: ¡No digas! Piñón: Y peso 100 kilos. Sol me dice que no tengo que dar tantos datos, por la imagen, pero yo estoy orgulloso. Karina, ¿cómo te dijo que iba a ser payaso? Los chicos eran bebitos, y era una época de híper inflación y de muchas necesidade­s en el país. Además, estábamos iniciándon­os en todo lo que era ser papás, y en lo laboral a la vez. Un día apareció pintado de mimo en mi casa. Después empezó a hacer un curso de pantomima, y a relacionar­se con gente de la música. Piñón: Ella trabajaba (y trabaja) de docente, y una mañana, al regresar del trabajo, se encontró con el marido pintado. ¿Y qué le dijiste? Karina: “¿ Qué querés comer?” ( risas). Nada, porque ya lo conocía. Los fines de semana tenía tres cumpleaños por día. Todo el día pintado. Como ahora, pero en un teatro y con más público. Piñón: Mucha gente me dice que es una presión trabajar en el teatro. Pero cuando uno viene de un pasado muy artesanal, estar en el teatro con todas las posibilida­des técnicas es un lujo. Duro era cuando era sonidista, payaso iluminador y tarjetero. Ahora es puro placer.

Sol se sumó al show a los 15 años, después de “toda una vida aportando como coro en los casetes, o folleteand­o”; Jeremías llegó por la música, en 2010. “De chicos participáb­amos como queríamos, como un juego, siempre se nos dejó en claro que no había presión”, aclaran. ¿Y ustedes pensaron en pintarse? Piñón: Cuando empezamos les dije: “Si ustedes dan la cara, tienen que saber que van a andar con la cara puesta, y así sea que tuvieron un mal día y viene alguien y les pide una foto, eso tiene prioridad ante cualquier cosa”. Poner la cara tiene sus cosas. A mí no me ha sucedido. No busqué ocultarla, se dio así. Son como una familia circense. Piñón: Nos gusta mucho ese espíritu. Con Kari hemos tratado de inculcarle a los chicos que la principal herramient­a es la humildad. No nacimos con ansias de estrellato. Nacimos con ínfulas de laburantes. Es un trabajo y hay que hacerlo bien por respeto a la gente que pone el dinero y la infancia de su hijo en nuestras manos. Uno tiene que dejar la vida por esto.

La obra va todos los días a las 15, los fines de semana también a las 17, en el Metropolit­an.

 ?? LUCIA MERLE ?? Sol, Piñón y Jeremías. Dicen que rescatan el espíritu del circo, y acaban de sumar a su mamá./
LUCIA MERLE Sol, Piñón y Jeremías. Dicen que rescatan el espíritu del circo, y acaban de sumar a su mamá./

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