La “maestra de la selva” que enseñó a los mbyá de Iguazú
Le decían la maestra de la selva, pero para los aborígenes mbyá de Puerto Iguazú era mucho más que eso, era un ángel protector que los había rescatado del olvido del Estado respetando su idiosincracia y su milenaria cultura. Ángela Sánchez murió a los 66 años en la ciudad de las Cataratas.
Ángela había nacido en Villarrica, Paraguay, el 31 de mayo de 1949 y llegó a Puerto Iguazú en 1980. Su sensibilidad y compromiso con los más desprotegidos la llevaron enseguida junto a los pueblos originarios, que sufrían constantes atropellos y eran obligados a emigrar.
Junto al médico y ecologista Luis Honorio Rolón tuvo con los aborígenes mbyá un contacto facilitado por su manejo del guaraní. La historia del chico mbyá Antonio Báez marcó a fuego a Ángela. Por su desempeño académico se había ganado el derecho de portar la bandera pero en la Escuela 462 no se lo permitieron porque era aborigen y no tenía documento.
Junto a Rolón, Sánchez consiguió que la Municipalidad cediera un terreno de 23 hectáreas a los aborígenes, dando vida a la aldea Fortín Mbororé. Allí, en 1986 se instaló la primer escuela bilingüe y Ángela fue su directora y maestra. Esa iniciativa se repetiría en 1993 en la aldea Yryapú.
Conocedora como pocos de la idiosincracia de los nativos, decidió crear la “escuela al aire libre” o “escuela clandestina”. Estudiar bajo los árboles o bajo un techo sin paredes, lejos de los cánones que imponía el sistema formal. Aunque en un primer momento fue criticada, con el paso de los años ese método fue motivo de estudio por parte de antropólogos y sociólogos especializados en comunidades aborígenes.
Su empuje la llevó a ser el pri- mer blanco en tomar contacto con las comunidades mbyá que vivían aisladas en la actual Reserva de Biosfera de Yabotí. También integró la Junta de Estudios Históricos de Misiones y en dos oportunidades fue distinguida como “Mujer del año” por la Secretaría de Cultura y el Concejo Deliberante de Iguazú.
“Les pido que se solidaricen con los hermanos mbyá; que traten de impedir que en nombre del progreso se continúe persiguiendo, negando y eliminando a nuestros hermanos. Les pido que traten de conocer y respetar su cultura. Un mundo donde al comenzar cada noche, el chamán reza para despedir a Kuarachy (el sol), que es su dios, pidiéndole que al otro día tengan la dignidad de volver a mirarlo”, repetía hasta el cansancio.