Recreos top de los porteños
Habría que entenderlo así: el maratón es un síntoma. Nótese que es un deporte de la mediana y –por qué no– de la tercera edad: no hay niños ni adolescentes que lo practiquen. Tenga a bien observar que se ha transformado en un recreo oficial de la Ciudad. Que sábado o domingo por medio –exagerar es comprender– se interrumpe el tránsito de alguna avenida importante y cientos, miles de oficinistas compiten para ver quién aguanta más, como si se tratase de una pasión masoquista.
El maratón surge de una tragedia. Es un mito que se sostuvo por la proeza de un soldado griego que (re) corrió 37 kilómetros desde Maratón hasta Atenas para anunciar una victoria. El tipo llegó, informó lo que tenía que informar y, cansado por demás, murió. De ese drama hicieron un deporte que hoy incluye bibliografía, runners y colores flúo. Los colores vivaces de los uniformes sirven para ocultar la inmolación de aquel soldado fatigado.
Correr en feriado. El tiempo es oro. ¿El capitalismo gana siempre? ¿Siempre tiene su Caballo de Troya? Es muy posible que la gente que sale a correr tenga en su casa una bicicleta para practicar el pedaleo. Esta disciplina creció mucho y también es considerada deporte oficial. Con humos de medio de transporte, los ciclistas usan cascos porque quieren tener los derechos y las obligaciones del motoquero promedio. Entre los derechos se atribuyen la posibilidad de casi nunca respetar los semáforos. Conocemos estadísticas de accidentes de motos. ¿Qué se sabe de los ciclistas infractores heridos en combate?