Clarín

El drama es la inflación, no los departamen­tos vacíos

- Gustavo Bazzan gbazzan@clarin.com

Luego de defender sin mucho éxito la mesa de los argentinos, el Gobierno pretende ahora defender el techo de los inquilinos. La idea, cómo no, es un nuevo impuesto. Esta vez recaería sobre aquellos propietari­os que mantengan desocupada una vivienda y no la vuelquen al mercado de los alquileres. Es la idea que esbozó ayer el ministro Axel Kicillof: busca a través de ese impuesto incentivar el crecimient­o de la oferta de unidades. Criterioso, Kicillof avisó que no pretende fijar un precio máximo a los alquileres. No se animó a tanto.

Kicillof se muestra muy fan de la idea de que la sabia intervenci­ón estatal podría solucionar un problema que, en cierta forma, el propio Gobierno creó. La barrera para acceder a la vivienda, al menos no la más importante, no son los propietari­os que mantienen vacíos sus departamen­tos. El drama es la inflación, los salarios mayormente misérrimos de los aspirantes a inquilinos y la ausencia total del crédito hipotecari­o, justamente por la inflación.

Es cierto que no cuesta lo mismo alquilar en Buenos Aires que en el interior, y que tal vez el Procrear acerque soluciones a quienes tienen la posibilida­d de tener un terreno propio. Pero tener terreno implica vivir fuera de los centros urbanos, que es donde habitualme­nte trabaja o estudia el inquilino.

En la ciudad de Buenos Aires, uno de cada 3 habitantes vive en una vivienda alquilada. La proporción creció un 34% en los últimos diez años. Son datos oficiales de la Ciudad. Es la llamada Generación I, de inquilino. En los 90, crédito hipotecari­o mediante, podían convertirs­e en propietari­os sin excesivo esfuerzo. La publicidad de los bancos decía: “convertite en propietari­o pagando una cuota igual al alquiler”

Paradoja. Los que apostaron al ladrillo como inversores terminaron contribuye­ndo a que los precios de los alquileres crecieran menos que la inflación y que los salarios en blanco. Es que el mercado literalmen­te “se embuchó” de departamen­tos por culpa del cepo. Las ventas cayeron a pique y muchos propietari­os que apostaban a vender se vieron obligados a poner sus departamen­tos en alquiler. Un impuesto a la vivienda ociosa es de resultado incierto. Pe- ro tal vez frene la construcci­ón de nuevas unidades. Y si se contrae la oferta...

Hay buenas ideas para ayudar a los inquilinos. Una que circula por varios partidos políticos de la oposición: permitirle al inquilino desgravar de ganancias parte de lo

que gasta en alquiler. Algo similar al beneficio que tienen los deudores hipotecari­os, que pueden descontar hasta 20.000 pesos por año de la base imponible de ganancias. Mientras esa posibilida­d no rija, se seguirá benefician­do a los que más tienen.

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Más alquileres. Después del cepo, aumentó la oferta de departamen­tos en alquiler.
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