El crimen es el mensaje: abre el festival de literatura policial
Además de escritores, habrá forenses, policías y hasta un tanatólogo. La estrella del año es el irlandés John Connolly.
Siempre estamos inventando booms, fenómenos, tendencias: la crónica, la literatura del yo y la narrativa juvenil son algunos de los ejemplos recientes de esa especie de deseo colectivo por sentir que hay una literatura que ahora realmente importa y que esa importancia se pueda cotejar en los números de ventas de los libros. En este contexto, el policial siempre ocupó un lugar ambiguo; género “secundario” según los cultores más estrictos del canon, es sin embargo un tipo de literatura que nunca mermó, posiblemente porque sus lectores, más que fieles o devotos, son directamente adictos. Además, en estos años en que todos nos hemos vuelto comentadores de la realidad, se manifiesta mejor la centralidad de una literatura que, como el policial, habla siempre de la política y del presente y de todo lo que nos pasa en las calles y en nuestras casas y en nuestra cabeza.
De todo esto y más se va a discutir durante nueve jornadas en la cuarta edición del festival BAN! (Buenos Aires Negra), que arranca mañana a las 18 en el Centro Cultural San Martín y que tendrá como estrella al irlandés John Connolly.
No se va a hablar de tópicos puramente “literarios”, porque a diferencia de otros festivales, acá el interés está puesto en el cruce de las disciplinas; la idea es que no hablen solo los escritores sino todos los involucrados, en un texto o en la realidad, con el mundo del crimen. Así, habrá desde un forense o un tanatólogo como Ricardo Péculo a un ex ladrón, de narradoras como Luisa Valenzuela, Mercedes Giuffré o la francesa Dominique Sylvain a un jurista. Ampliación del campo de batalla: la idea de que la literatura ya no está encapsulada en un libro y que los relatos están en las página de una novela pero también en la reconstrucción de un crimen en una comisaría.
Algunos oradores nos anticiparon, para ir calentando la pista, algo de lo que van a decir. Jorge Fernández Díaz, por caso, va a hablar de cómo la realidad y su oficio de periodista lo ayudaron para escribir su más reciente novela, El puñal, una novela política. Fernández Díaz va a hablar de “la dificultad de crear un detective de corazón puro en un país donde los investigadores privados son poco verosímiles y donde los policías son vistos mayormente como mafiosos e ineficientes. El puñal pone en escena a Remil, un ‘héroe infame’, un Bond trucho de un país trucho, ridículo y turbio. Yo nunca pensé, mientras lo escribía, que estaba haciendo una novela policial. El puñal es una de espías, pero como la política argentina mutó últimamente hacia las prácticas gangsteriles, resulta que todos nos llevamos una sorpresa: escribí sobre gangsters argentinos”.
Otra de las propuestas atrayentes está en la conferencia de Alejandro Soifer sobre la evolución del rol de la mujer en el policial. Parte de una premisa: “En el policial negro tradicional la mujer puede ocupar, a grandes rasgos, cuatro roles bien definidos. O es una prostituta (con todas las marcas de la degradación social y política que esto conlleva, lo que en muchas ocasiones otorga cierta ‘libertad creativa’ para maltratarla, con hombres abusivos que las golpean, las venden, las regentean, las usan y las tiran), o es una víctima (en muchas ocasiones se pisan las categorías de puta y víctima, pero también tenemos el típico caso de la ‘chica rubia rica’ que desaparece o es secuestrada y que necesita de un hombre para que la vaya a salvar), o es una femme-fatale (una mujer irresistible y perversa, que engaña a los hombres con su sensualidad y los lleva a cometer locuras y por lo general termina pagando sus fechorías con una muerte trágica o la prisión), o bien es un ‘ángel vengador’, en esa subcategoría del policial que llamamos sexploitation: una mujer maltratada que busca vengarse de los que le hicieron daño”. Pero han aparecido nuevas novelas, algunas escritas por mujeres, que están cambiando un poco el eje conceptual de la mujer como personaje, asegura Soifer en esta especie de tráiler de su charla.
Quizás la atracción central del BAN! esté, como ha apuntado su director, Ernesto Mallo, en ir a escuchar a alguien que sabe mucho de lo suyo y te lo cuenta. Así de simple. Hay oradores que, como se suele decir, estuvieron ahí: Ricardo Gil Lavedra, por ejemplo, va a contar cómo fue juzgar a la Junta Militar en los años ochenta; Dani el Rojo, ex ladrón de bancos, repasa su experiencia de ese lado del mostrador; Cristina Manresa, la única mujer comisaria de Cataluña, va a contar cómo fue combatir a una familia gitana que creó un imperio de drogas. Están avisados.