Clarín

CASO BRIAN NUÑEZ “Mi hijo me dice que está sintiendo el frío de la muerte”

La mamá del joven detenido denunció otra vez malos tratos en el penal de Ezeiza. Hace 44 días condenaron a tres guardias por torturarlo.

- Nahuel Gallotta policiales@clarin.com

En la última semana, Brian Núñez (23) y su familia realizaron cuatro denuncias. La primera fue cuando su novia lo visitó, en la cárcel de Ezeiza, y acusó a los penitencia­rios por hostigamie­nto. La segunda llegó después de que Brian descubrier­a que en su cuenta bancaria había un faltante de 6.000 pesos. La anteúltima ocurrió el sábado pasado, entre las 22.30 y las 23. La hermana de Brian, de 26 años, salió de su casa de Palermo a tirar la basura. En la cuadra hay un domo que filma todo, y un policía de custodia. Sin embargo, notó que un láser la apuntaba. Al pecho primero; a la frente después. Desde arriba de un auto blanco, de alta gama. El agente notó lo mismo y llamó a los patrullero­s, pero no lograron identifica­r al autor de la amenaza.

El lunes último, a las ocho y media de la mañana, fue la cuarta denuncia. El cuerpo de requisa ingresó violentame­nte a la celda 101 del “HPC” (Hospital Penitencia­rio Central), a pesar de las cámaras que registran todo lo que ocurre allí adentro. A Brian lo despertaro­n y

comenzaron a revisar. Le habrían encontrado un cuchillo y comenzaron a romperle sus cosas, entre ellas un tocadiscos. Lo ataron de manos, una enfermera lo inyectó y lo durmieron. El joven despertó en otro sector de la unidad.

Para entender estas denuncias, hay que ir al archivo. Y el archivo dice que el 15 de julio de 2011 Brian fue sacado de su celda del complejo penitencia­rio de Marcos Paz, donde cumplía una pena por robos. Tenía 20 años y había estando reclamando para que los dejaran ver un partido de fútbol entre Argentina y Uruguay, por la Copa América.

Un penitencia­rio identifica­do como Juan Pablo Martínez le pegó una piña. Después de esquivar la segunda, Brian se defendió y lo golpeó. De ahí lo llevaron a un cuarto, y entre varios agentes, le apagaron cigarrillo­s en el cuerpo y lo quemaron con un encendedor. Le saltaron encima y le pegaron palazos en las plantas de los pies. Lo tuvieron esposado de pies y manos y se turnaron para pegarle. Con las manos, con los palos y patadas con sus borceguíes. Lo torturaron durante horas. Por esto estuvo 40 días en silla de ruedas.

El 16 de junio pasado, en un juicio histórico, el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín condenó a los penitencia­rios Juan Pablo Martínez (9 años y 6 meses), Víctor Meza (8 años y 6 meses) y Roberto Cóceres (8 años y 6 meses) por torturas. Al guardia Juan José Mancel le dieron 2 años y medio en suspenso por no haber denunciado a sus compañeros. Y a otros tres –Ede Vallejos, Javier Andrada y Juan Moriñigo– los absolviero­n. Fue la primera vez que hubo sentencias contra agentes del SPF por este delito.

“Estar con video-filmación durante las 24 horas no garantiza

que dicen noa Clarínle ocurra los nada coordinado­resa Brian”, dele la Campaña Nacional contra la Violencia Institucio­nal, que lo acompañan desde antes del juicio.

“Teniendo en cuenta que continúan ocurriendo hechos violentos, creemos que sus derechos seguirán siendo vulnerados. Por eso pedimos la prisión domiciliar­ia”, explican. Y argumentan con algo que les resulta ilógico: Núñez, después de llevar a juicio a agentes penitencia­rios, es custodiado por hombres de la misma fuerza. Mientras tanto, le faltan alrededor de cinco años para cumplir el total de su condena.

Ayer al mediodía, tras denunciar todo en la Procuradur­ía de Violencia Institucio­nal (Procudin), Liliana Valenzuela –madre de Brian– habló con Clarín. “Tenés que estar tranquilo. Dentro de todo, tenés una cámara. Estamos más seguros”, contó que le dijo a su hijo.

“Dicen que le encontraro­n un tramontina y jamás le llevaríamo­s eso. Si venimos luchando por el arresto domiciliar­io… ni estando filmado tiene seguridad en la cárcel”, se queja, cerca de su custodia policial, que la acompaña a donde vaya. Todo a partir de una denuncia que hizo por una amenaza telefónica anónima, de madrugada, durante los días del juicio.

En el Complejo 1 de Ezeiza, Brian sólo sale de su celda para hablar por teléfono, y miembros del cuerpo de requisa se le quedan al lado, escuchando todo. “Mi hijo me dice que está sintiendo el frío

de la muerte”, cuenta Liliana. “No conformes con lo que pasó en el juicio nos hostigan ahora también. A mi hijo adentro, y a nosotros, su familia, afuera”.

Anoche, Brian le dijo a Clarín: “Me despertaro­n, me tiraron de la cama y como empecé a gritar me inyectaron de una”. Por eso, advirtió: “El miedo que tengo es que me pase lo mismo, quedar en silla de ruedas y que se zarpen de más pegándome en la columna”.

 ?? DIEGO DIAZ ?? Satisfacci­ón. Brian Núñez junto a su mamá (der.), el 16 de junio, tras escuchar las condenas contras los guardias en San Martín.
DIEGO DIAZ Satisfacci­ón. Brian Núñez junto a su mamá (der.), el 16 de junio, tras escuchar las condenas contras los guardias en San Martín.

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