Elecciones, incertidumbre y certezas
No se sabe con qué se encontrarán los políticos una vez que ocupen el cargo ansiado, y nuestra historia muestra que acertar no es fácil
La democracia supone que los ciudadanos eligen libremente y sin presiones a los candidatos de su preferencia, basados en el conocimiento que tienen sobre ellos, pero necesitan información. A medida que la campaña avanza, los ciudadanos van conociendo a los candidatos y construyen una imagen mental. Los spots publicitarios y las presentaciones que ayudan a este proceso se centran en mostrar un futuro luminoso, siempre que los voten. Pero poco o nada dicen
de cómo llegar a ello. Eso implicaría la necesidad de imaginar una suerte de línea temporal de corto, mediano y largo plazo. No es tarea sencilla para los votantes encarar semejante construcción. ¿Es necesario que lo hagan?
En 1989, Carlos Menem llegó a la presidencia prometiendo políticas que, una vez en el ejercicio del poder, fueron todo lo opuesto. Fernando De la Rúa vistió la banda presidencial sin advertir sobre la introducción en 1999 de una onerosa reforma tributaria. En 2011, Cristina ganó las elecciones presidenciales con el 54% de los votos. Una parte importante de sus electores la eligió por el desempeño económico y seguramente no esperaba que, al conocer su triunfo, la respuesta fuera “ahora vamos por todo” y el cepo cambiario. Los ejemplos pueden continuarse. Las recientes rectificaciones del discurso de los candidatos llevaron a una parte de los observadores a preguntarse qué ocurrirá con la orientación de los que buscan ganar y, más importante aún, cómo serán al llegar al gobierno.
¿Se “macrizará” Scioli o se “kirchnerizará” Macri? No se sabe con certeza con qué se encontrarán los políticos una vez que ocupen el cargo ansiado y nuestra historia muestra que acertar no es fácil. No lo es para los ciudadanos pero tampoco para los propios candidatos. ¿Qué quiere realmente la mayoría del electorado? ¿Cuáles son los temas que prioriza la ciudadanía a la hora de votar? ¿Las políticas puntuales o una actitud y valores generales? Un ejemplo de ello ocurrió en el balotaje reciente en la Ciudad de Buenos Aires. Triunfó el candidato esperado pero no por tanto. El opositor conquistó una parte del electorado porteño con su carisma, a pesar de los años de gestión que exhibía su contrincante. Sin embargo, hay algo que sí requiere certeza. Una fortaleza de la democracia es que se puede presentar un abanico amplio de opciones. En 1928, Joseph Goebbels, futuro ministro de propaganda nazi, afirmó que la debilidad de la democracia era que ella misma proveía de un amplio arsenal a aquellos que querían destruirla desde adentro. Para evitarlo, se requiere de ciudadanos atentos a cuidarla. A esta altura de la campaña electoral y de nuestra experiencia democrática, la información más importante que los ciudadanos deberían tener muy en cuenta es si los candidatos de su preferencia están comprometidos con preservar los valores de la democracia republicana y competitiva.