Otra reja para separar la autopista Illia de la Villa 31
Están colocando tensores de metal en el hueco que hay en parte de la traza. Por allí ya asoman tanques de agua que deberán ser reubicados. Luego se colocarán maceteros.
Botellas, piedras, trozos de metal, de caucho, restos de ruedas y llantas, monedas, encendedores, bulones. Más de 82 mil vehículos transitan de lunes a viernes la autopista Illia y el intenso tránsito genera residuos que tienen que ver directamente con el uso de la traza; sin embargo muchos otros residuos tienen que ver con la desaprensión de pasajeros y conductores que tiran de todo desde sus vehículos. Y miles de vecinos de las villas 31 y 31 Bis, que tienen sus casas en lo que se conoce como el Barrio Bajo Autopista, viven con el temor de ser alcanzados por algunos de estos objetos que, por la velocidad y la altura, se transforman en proyectiles.
El Ministerio de Desarrollo Económico, a través del Programa de Mejoras de las villas 31 y 31 Bis, comenzó en estos días la construcción de una red metálica horizontal para morigerar esta situación. Se trata de un viejo pedido de los vecinos del asentamiento. En una recorrida por la villa, Clarín conoció de primera mano cómo padecen la situación muchos de ellos: “Es un peligro porque hay ciertas cosas que vienen de la autopista que hasta pueden meterse por los techos de las casas, que son de chapa. Por ejemplo, bulones o pedazos de ruedas. Cuando hay un choque vuelan los restos de autos. Hemos encontrado hasta un casco”, contó Jonathan, delegado de la manzana 15. Es peruano y hace siete años que llegó a la villa. Además de trabajar en la construcción es DT en un equipo de fútbol barrial. “Me preocupan los chicos, porque juegan en los patios o en la calle y más de una vez les ha caído algo de la autopista”, se lamentó. Además de este reclamo, Jonathan motorizó otro que la Ciudad solucionó recientemente: la caída de agua, también desde la autopista. Se asfaltó todo el bajo autopista y se colocaron semáforos para organizar el tránsito.
Maribel Pérez también le contó a este diario como es vivir con la autopista pegada a la cabeza. Su sonido es omnipresente, se cuela a través de los muros y las ventanas de las precarias construcciones, a toda hora. Maribel es delegada de las manzanas 34-35: “Por supuesto, la mayor preocupación son los chicos. Una botella de plástico que viene cayendo desde arriba y a mucha velocidad se transforma en un proyectil”. Como se ve en muchas calles de la Ciudad, algunos conductores descartan basura y botellas sin ningún empacho. Y la Illia no es la excepción.
Los trabajos –que también son coordinados con AUSA, la empresa de la Ciudad que administra las autopistas– consisten en la colocación de una protección metálica horizontal, en el tramo del centro de la curva que tiene la autopista. Se trata de tensores que se van “cosiendo” de un lado a otro de la traza. Luego se colocarán maceteros lineales y transversales y un sistema de riego. La idea es “mejorar la visual de la autopista, la aislación acústica y disminuir la contaminación ambiental”, explicaron desde el Ministerio. Con el fin de asegurar el buen funcionamiento de esta “eco protección sustentable”, el proyecto incluye relocalizar los tanques de agua que sobresalen en medio de la autopista para que queden siempre dentro de la malla de cables de acero que se construirá”, explicó Gonzalo Mórtola, coordinador del Programa de Mejoras. La obra incluye una intervención artística en una estructura abandonada (ver Intervención artística...).
No es la primera obra que se hace en los contornos de la autopista. Durante 2014 se construyó una reja de 2,15 metros para reemplazar un cerco muy inseguro y que era permanentemente vandalizado por los vecinos. Además se colocaron macetas y veredas del lado interno de la villa. Según informó AUSA, los daños a vehículos se redujeron en un 90%: entre enero y mayo de 2014 se habían realizado 97 denuncias, y en el mismo período de 2015, sólo nueve.