“La luz es de vida o muerte”
La directora estadounidense conversó con Clarín antes del estreno de “Werther”, la ópera de Massenet que sube hoy en el Teatro Avenida.
“La luz, para mí, es de vida o muerte en el teatro”, dice Crystal Manich, en su clarísimo español, apenas se levanta del ensayo de luces con el iluminador Rubén Conde. Crystal Manich -neoyorquina hija de portorriqueños, que le han legado, entre otros bienes, el bilingüismo-vuelve a Buenos Aires, esta vez para dirigir la nueva puesta de Werther que subirá hoy en el Avenida, con producción de Buenos Aires Lírica. “Dirijo las escenas como si no fuéramos a tener ninguna luz adicional. Todo tiene que funcionar sólo con la actuación. Pero lo que la luz me da es otro nivel en la historia, subtextos. Si no tengo un iluminador bueno -por suerte, aquí cuento con Rubén Conde, que es genial-, si no tengo alguien que sepa contar la historia con la luz, entonces el relato es chato, se cuenta la historia y no mucho más.
En estos ensayos, ¿hay mucho más que elegir el tipo de luz para el momento adecuado?
¡Claro que sí! Es importantísimo, por ejemplo, la velocidad en la que se cambia de una luz a otra. Es que todo lo que hagas en materia de iluminación tiene un significado y transmite una emoción. Hay mucha gente que no entiende que la iluminación es importantísima para el relato. Te diría que es tan importante como la música.
¿Cómo será esta puesta, además de muy bien iluminada?
La música de Massenet es muy del siglo XIX además de muy wagneriana. También es cierto que anticipa un poco a Puccini. Así que pensé que debía caracterizarla en el XIX, no en el siglo XVIII, que es el tiempo en que habita el relato de Goethe. Entonces empezamos a diseñar a través del movimiento de pintores prerrafaelitas, que muestra a la mujer como la virgen perfecta, inmaculada. En nuestra puesta, los hombres aparecen vestidos como
el siglo XIX.
¿Y las mujeres?
Las mujeres también, pero tendrán detalles que vienen del arte griego, ideas de vestuario más inspiradas en la naturaleza. Werther ve a esta mujer como la perfección, y esa idea la conecta -para él- con la naturaleza, su deseo de vivir libre en la naturaleza. Charlotte se da cuenta de que no puede aceptar su amor porque debe seguir una ley.
¿Hay una mirada masculina y fe-
menina sobre esta obra?
Supongo que sí, pero yo espero que se vean los dos aspectos. Desde mi mirada femenina, creo que Charlotte tiene un conflicto profundo y difícil de resolver. En cambio, el de Werther es claro. Werther es un artista libre, se expresa. Ella guarda sus sentimientos. Él es más emocional y quizás más infantil. Ella es más racional, y es esa racionalidad la que la mata, porque, como se dice aquí, su procesión va por dentro.