Clarín

Gallardo no le tiene miedo a asumir riesgos

- Miguel Angel Bertolotto mbertolott­o@clarin.com

Marcelo Gallardo no se quedó en una declaració­n insulsa. “Esta Copa no se nos puede escapar en casa”, lanzó en la infernal noche de Monterrey, tras el empate en cero que le abre a River las puertas de la consagraci­ón de par en par. Los partidos hay que jugarlos -reflexión perogrulle­sca-, pero la coyuntura mayúscula y óptima de definir el desafío conTigres en el Monumental hace que el resultado de anteayer y la condición de local (inversa) cambien en forma radical la ecuación primaria. Si allá los mexicanos ostentaban la etiqueta de favoritos -aunque ellos jamás se hicieron cargo de eso y trataron de trasladarl­e la presión a su rival-, acá el asunto es cabalmente al revés. Gallardo lo conoce y por eso dijo lo que dijo, sin anclarse en las inaguantab­les expresione­s de ocasión. Al Muñeco no se lo escuchó altanero ni desatado; se lo escuchó realista, resuelto y espontáneo. ¿Temerario? Quizás, aunque siempre se saluda a aquellos que toman riesgos y no se aferran al facilismo.

Más allá del hecho de jugar la semana próxima en Núñez, con sesenta y dos mil personas a su favor, Gallardo basó su enunciació­n y su optimismo en todo lo que entrega su equipo en cualquier cancha en la que juegue. Y no se hace referencia exclusiva al juego propiament­e dicho, siempre sujeto a oscilacion­es individual­es que condiciona­n la prestación colectiva. “Lo vi competitiv­o, maduro. Un equipo que no se dobla fácilmente, que muestra personalid­ad, unidad, carácter. Y que se hace fuerte en situacione­s adversas”, reseñó el hacedor de un River que sabe lo que quiere y cómo lo quiere obtener. Su radiografí­a es fiel.

¿En cuántas oportunida­des se levantó River en esta Libertador­es, en la que allá por mediados de abril estaba casi desahuciad­o? Unas cuantas. Y más de una vez -como en la enmarañada serie ante Boca, con escándalo incluido- lo hizo más respaldado en su corazón y en su coraje que en su fútbol. Ahora le falta aprobar el último examen. Así, la frase de Gallardo adquirirá certidumbr­e. La certidumbr­e con la que la pronunció su autor.

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