Clarín

Cuando hablar del dólar tiene costo

- Daniel Fernández Canedo

El jefe de Gabinete afirmó ayer que una liberación del cepo cambiario implicaría “perder las divisas en tres días”.

Frente a ese dicho, los abogados podrían decir en el juicio: a confesión de partes, relevo de pruebas.

Tratando de refutar la afirmación del titular de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, respecto a que si se liberase el cepo el dólar tendría un precio menor al del paralelo, Aníbal Fernández puso sobre la mesa dos puntos centrales de la realidad cambiaria argentina: la evidente desconfian­za respecto de la política oficial del dólar y el atraso cambiario que el Gobierno se empeña en profundiza­r.

Sobre el tema también Alejandro Vanoli, titular del Banco Central, dijo que los que piden eliminar el cepo cambiario lo que buscan es una devaluació­n y, hasta Daniel Scioli, que en su carácter de candidato del oficialism­o es lo que menos desearía, tuvo que dar una definición.

Scioli dijo que una devaluació­n perjudicar­ía a los trabajador­es y, por tanto, buscó dejar el tema para otro momento.

Ni el Gobierno ni la oposición quieren que el dólar, su atraso y la necesidad de hacer alguna corrección para evitar la caída de la competitiv­idad de la economía y la salida de divisas, se ubique como tema re-

levante de la campaña electoral.

El oficialism­o, porque implicaría recono

cer el fracaso de la política cambiaria ins

trumentada a partir de 2011. La oposición, porque parece guiarse por las enseñanzas de la elección de 1999 cuando Fernando De la Rúa le ganó a Eduardo Duhalde.

En aquella oportunida­d De la Rúa, que defendía el 1 a 1 de la ya en dificultad­es convertibi­lidad peso/dólar, contra Duhalde que proponía un dólar bien alto, ganó en primera vuelta con el 48,5% de los votos contra 37,9% del bonaerense. Y tercero sa-

lió Domingo Cavallo, creador y fundamenta­lista de la convertibi­lidad.

Habría sido ese momento en el que la clase política acuñó la férrea creencia de que las elecciones se ganan con dólar atrasado (permite tener salarios más altos medidos en dólares) y se pierden cuando el lema de campaña puede asociarse a una devaluació­n.

Será por eso que del atraso del dólar, de la escasez de divisas del Gobierno y de la necesidad de hacer cambios en la materia nadie quiere hablar.

Aunque a veces, como le pasó a Aníbal Fernández, la realidad salga a la superficie.

El precio del dólar oficial, el futuro de las tarifas de luz y gas, y cómo resolver el fuerte déficit fiscal son temas tabú para la clase política y, también, para buena parte de la población que ahora quiere que le endulcen los oídos.

Tanto el Gobierno como la oposición no quieren que el atraso del dólar se imponga como tema de la campaña.

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