Clarín

El extraño modelo del que se enorgullec­e Axel Kicillof

- Ismael Bermúdez ibermudez@clarin.com

Desde el Gobierno se insiste en que a partir de 2003 se inició un proceso de “reindustri­alización con inclusión social”. Y que ese sendero habría que continuar y profundiza­r.

Pero el propio ministro Axel Kicillof reconoció, en un reciente reportaje en Página 12, que “la Argentina tiene once terminales pero esto no quiere decir que produzcamo­s autos, esto quiere decir que montamos los coches, lo cual también pone mucha presión porque nos piden que tengamos salarios bajos en dólares …. De las once automotric­es que hay en la Argentina ninguna es nacional, se llaman Ford, Fiat, Volkswagen, empresas extranjera­s que se han venido a instalar al país porque vendemos autos caros”. Admitió que la integració­n nacional automotriz es del 17%. También dijo que “la Argentina tiene unos 60 millones de celulares, es una cosa de locos, y los compramos en el extranjero. Una parte se fabrica en el país pero es la menos tecnológic­a, no llega al 1 %. Y además el kit para armar el celular suele ser más caro que el celular ya armado”.

Una parte de esta “armaduría”, según Economía, por las exenciones impositiva­s en Tierra del Fuego, tiene un costo fiscal que este año suma $ 23.490 millones. Así, en lugar de desarrolla­rse un proceso de sustitució­n de importacio­nes, creció la dependenci­a externa ya que, además de la energética, la balanza comercial industrial es deficitari­a en el orden de los U$S 30.000 millones anuales y va en aumento.

El índice de obreros ocupados industrial­es del INDEC marca que, desde 1997 en adelante, se mantuvo por debajo del nivel alcanzado ese año. El empleo industrial formal está estancado hace 4 años en torno al 1,2 millón de trabajador­es. Es una cifra similar a los 1.199.665 que el Ministerio de Trabajo reporta en los distintos planes de empleo y a los 1,3 millones (7,1%) de desocupado­s de la medición oficial del INDEC. Los desemplead­os y ocupados en planes duplican a los trabajador­es industrial­es formales, sin contar que un tercio de los asalariado­s está “en negro”. ¿Esto es inclusión social? Este balance se agrava por los desequilib­rios de todo orden (fiscal, deuda, monetario, cambiario, social), el vaciamient­o de las reservas, las presiones devaluator­ias y ahora la caída de la demanda y de los precios internacio­nales. Otra década industrial perdida.

En lugar de desarrolla­rse un proceso de sustitució­n de importacio­nes, creció la dependenci­a externa

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