Ahora tendrá que hablar de las coimas
El primer paso en suelo estadounidense fue muy positivo para el ex CEO de Torneos. Burzaco no estuvo ni un minuto detenido y consiguió en apenas 48 horas la prisión domiciliaria, tal como había logrado en Italia. El “beneficio” forma parte de un minucioso acuerdo alcanzado hace dos semanas entre sus abogados y los fiscales. De esa negociación, llamativamente, no hay ninguna constancia escrita. Pero nadie se apartó un centímetro del acuerdo. Burzaco aceptó pagar una fianza de 20 millones de dólares, entre propiedades de amigos, sus acciones en Torneos, y dinero. Uno de los fiadores es su propio abogado, Mariano Mendilaharzu, quien monopoliza todas las negociaciones.
La audiencia de ayer es el primer paso de una larga carrera que comenzó el 27 de mayo en Zurich. Aquel día, Burzaco tu- vo la suerte de desayunar frente al hotel allanado por la Policía. Al ver el revuelo, el empresario mandó a un emisario hasta su habitación, en el cuarto piso. La presencia de la Policía en el pasillo fue suficiente. Burzaco entró en pánico. Se comunicó con sus abogados y pocas horas después cruzó la frontera hacia Italia a bordo de un auto. Nadie lo reconoció. Pasaron varios días hasta que se entregó en Bolzano, donde sus abogados no tuvieron mayores inconvenientes para mandarlo a un hotel de lujo. En ese lugar pasó aislado su último cumpleaños, el 30 de junio pasado.
Antes de fin de mes, Burzaco deberá declarar y contar todo lo que sabe. Lo hará como “colaborador” de la Justicia. Eso significa que tiene que dar nombres y detalles sobre la trama de corrupción en la FIFA. No puede mentir. Si lo hace, podría ser condenado hasta con 60 años de cárcel.
Hasta entonces, estará encerrado en un departamento neoyorquino. Tiene reguladas las visitas y hasta los llamados.
Su testimonio tiene en vilo al mundo del fútbol y al Gobierno de Cristina Kirchner, que ya lo denunció por evasión y fraude.
Antes de fin de mes, Burzaco deberá declarar y contar todo lo que sabe.