Por un lugar en las banderas de los más grandes
Mientras el presidente Rodoldo D’Onofrio le quiere renovar contrato hasta fines de 2017, el Muñeco va por más...
La bandera blanca con una franja roja cruzada de punta a punta tiene los rostros de Enzo, Beto, Pinino y Angelito. No le hacen falta los apellidos porque quedaron grabados a fuego en la historia de River. Son Francescoli, Alonso, Mas y Labruna, claro. “Son los mejores”, reza el trapo. Y hay otro telón que se cuelga en la Sívori alta, en el corazón de la popular. “Ramón y Angelito. Eternamente River”, se puede ver en grandes letras rojas y negras. El Pelado Díaz (13 títulos) y Labruna (22) se ganaron el tributo porque son los más ganadores de la historia en Núñez, en el rol de jugador y, también, como técnicos. Pero no aparece Marcelo Gallardo, aunque está a un paso de lograr un hito en su carrera: ser parte del selecto grupo de los que ganaron la Copa de uno y otro lado de la línea de cal (ese que integran Maschio, Pastoriza, Pipo Ferreiro, Juan Mujica, Luis Cubilla y Nery Pumpido), algo que no consiguieron el riojano ni el Feo, extraordinarios goleadores en sus tiempos de pantalones cortos y grandes estrategas. Sí, el Muñeco va por más. Y lo dirigentes, por la renovación de su contrato, que Enzo Francescoli empezará a trabajar desde el día posterior a la final.
El único trapo que le dedicaron a Gallardo fue un mensaje de la barra porque no quiso poner dinero en la previa de un Superclásico. “Muñeco ortiva y golpista”, se observó en la segunda bandeja. Por supuesto, nada tiene que ver con el cariño que el mundo River tiene por el técnico, que ganó ocho torneos con la banda roja sobre el pecho blanco y dos como DT. Fue un arranque idéntico al de Ramón, que en su primera experiencia en el banco conquistó un tricampeonato. La Libertadores sería el undécimo logro de Gallardo en su palmarés.
Y ahora que la gloria vuelve a golpear la puerta, algunos dirigentes recordaban en el lobby del hotel Quinta Real de Monterrey que al Muñeco lo llamaron cuando estaba camino a San Pedro para juntarse con los dirigentes de Newell’s. “Volvé, Marce. Agarrá la autopista y metele a fondo que te va a llamar D’Onofrio”, le dijo un amigo que le quedó de otra Comisión Directiva. Se había ido Ramón y en el club pensaban en Marcelo Bielsa, Gerardo Martino o Ricardo Gareca. Llegó el Muñeco y mostró que, a pesar de que todavía no es un señor de cuatro décadas, estaba preparado para el desafío. Y dio vuelta al club. Le devolvió la identidad futbolística a River, potenció jugadores, acertó con las incorporaciones y hasta movió la estructura de manera gerencial. Y se ganó el respeto de los directivos, a tal punto que el presidente Rodolfo D’Onofrio ya le ofreció públicamente un nuevo contrato hasta el final de su mandato, en diciembre de 2017.
Y hubo señales hacia el entrenador en este sentido. Los cambios que se produjeron en su entorno y en las inferiores tuvieron que ver con algunos pedidos del Muñeco. Sin embargo, todavía no se sentaron a hablar. A Gallardo no le gusta desviar el foco de sus objetivos y también sabe que la vara será muy alta después del Mundial de Clubes. No obstante, Francescoli acelarará la charla, posiblemente, durante la estadía de River en Japón, hacia donde la delegación partirá el viernes para disputar la Suruga Bank. En principio, hasta diciembre está asegurada la continuidad de Gallardo en su puesto. Luego, será cuestión de que el entrenador decida quedarse para seguir ganando y quedar grabado, acaso, en esas banderas que distinguen a los ídolos.