“Las reservas de petróleo deben quedar enterradas”
Bill McKibben es uno de los líderes ambientales del momento. La organización que fundó, 350.org, está en campaña para convencer a fondos, empresas e individuos que saquen sus posiciones financieras de compañías de gas, petróleo y carbón, cuyos productos provocan el cambio climático. Y –contra lo que ellos mismos creían– han conseguido resonantes éxitos. Por ejemplo, el príncipe Carlos, heredero de la corona británica, se deshizo de sus activos, al igual que el fondo de pensiones de Noruega, la Iglesia de Inglaterra y grandes universidades, como Oxford y Stanford.
Fue un simple cálculo el que llevó a 350. org a impulsar este proyecto. “Si vamos a prevenir un caos climático, los científicos dicen que el 80 por ciento de las reservas fósiles deben quedar enterradas. Una vez que sabés esto, entendés que los negocios de las grandes compañías fósiles son temerarios y peligrosos. Y que tenemos que detenerlos”, contó McKibben en una entrevista con Clarín.
Su organización se inspiró en el boicot contra Sudáfrica que quebró el régimen del apartheid. Y ahora cuentan con la ayuda de una de las leyendas de esa lucha, el obispo anglicano Desmond Tutu. “Cuando empezamos, éramos sólo un par de personas los que decíamos que había que desinvertir. Ahora el Banco Mundial lo ha dicho, también el Banco de Londres y el Deustche Bank, así como la Agencia Internacional de Energía. Esto está ayudando a entender que la era de los combustibles fósiles está por acabarse”.
McKibben dice que la “desinversión” no es sólo para países ricos y que la campaña funcionaría en la Argentina. “El punto es que no vamos a llevar a la bancarrota a las compañías petroleras directamente. Pero vamos a llevarlas a una bancarrota política y moral. Los científicos nos han dicho durante 25 años que estamos destrozando el planeta con el cambio climático. Preguntate por qué no hemos hecho nada. Y la respuesta se debe al poder de la industria fósil”.
¿Será el Vaticano el próximo en desinvertir? “Estamos haciendo nuestra campaña para que desinvierta. Después de la encíclica Laudato Si, hay una posibilidad real de que eso pase. El Vaticano –de todos modos– se mueve lentamente. Lo cierto es que tras la encíclica es más fácil conseguir que desinviertan instituciones católicas grandes, como las universidades de Georgetown y de Dayton”, sostiene.
McKibben cuenta que las compañías petroleras los ignoraron al principio, pero que ahora están desconcertadas por el ritmo que está adquiriendo la campaña, volviendo las inversiones fósiles en sucias e indeseables. Y cuando se lo confronta con el argumento de que aún necesitaremos este tipo de energías durante muchos años por venir, responde: “Es cierto. Pero vamos a necesitar menos y menos cada año. Tenemos que dejarlas de usar de manera ordenada pero rápida, no construyendo –por ejemplo– nuevos oleoductos”.
Y recuerda que para 2 mil millones de personas en el planeta las energías fósiles “no han hecho nada”. Para ellas, el sol y el viento son una chance de mejorar su vida.