Por otro éxito
Director emblemático de Pol-ka, define al unitario de Julio Chávez como un “drama policial con toques de humor”.
Sus productos son su mejor carta de presentación: Vulnerables, Locas de amor, Culpables, Para vestir santos, El Puntero y Farsantes, entre otros, son todos éxitos con su firma, que ahora se extiende a Signos, el unitario que se estrena hoy.
“Estamos en una televisión bastante caníbal, pero confío mucho en lo que estamos haciendo”, reconoce Daniel Barone, que recurre al gerundio para hablar de su nueva criaturita de ficción. Está zambullido en la gestación del décimo capítulo de Signos, el unitario de El Trece (los miércoles a las 23) que esta noche verá la luz, paradójicamente, en medio de la oscuridad que arrastra el personaje principal. Protagonizado por Julio Chávez, el programa se enmarca, según su director, en el género conceptual de “drama policial con toques de humor”.
A los 50 años, Barone es uno de los realizadores de ficción más requerido -amén de querido- por los actores. Hay un sello Barone en la estética de sus productos: lo hubo en Vulnerables, en Locas de amor, en Culpables, en Para vestir santos, en Tiempos compulsivos. Lo habrá en Signos. Hay una cámara puesta al servicio de lo que se cuenta y, fundamentalmente, al servicio de las emociones. Si bien el protagonista mata (según los designios del horóscopo), no son sus crímenes los que marchan en punta, sino el aroma permanente de lo vincular, la especialidad del director.
A horas del debut, confiesa que está “en pleno estado de ansiedad. Hay una necesidad muy clara de que la gente lo vea, porque entiendo que Signos está hecho de cara al público, no de espaldas. La naturaleza del programa es muy atractiva... Cada capítulo te va llevando de las narices”, cuenta sobre la historia de Antonio Cruz, el mé- dico del pueblo -un lugar llamado San Rafael de los Penitentes- que esconde más de lo que muestra. Su hermana (Claudia Fontán) es su aliada y, al mismo tiempo, la poli- cía que seguirá sus pasos sin saber que la huella del horror fue dejada por el “buenazo” de su hermano.
La dupla Barone-Chávez tiene un largo recorrido, que empezó en TV con Epitafios (2008), siguió con Tratame bien (2009), con El puntero (2011) y con Farsantes (2013). Y el teatro los reunió en Red: “Laburar con Julio te da el respaldo su- ficiente para que te animes a hacer cualquier cosa. Tiene una mirada artística profunda y lúdica. Es, sin dudas, uno de los mejores actores argentinos. Con él se puede jugar seriamente”.
Conocedor del alicaído presente de la televisión en relación al rating, siente que “la tele ya se acostumbró a una vara numérica más baja. Y, por otra parte, entiendo que las mediciones tradicionales de audiencia no reflejan la realidad de cuánta gente mira programas de TV. Ni cuánta ni cómo. Cambiaron los hábitos, aparecieron nuevas plataformas, pero seguimos hablando del rating de siempre”.
¿Temés que a “Signos” le suceda lo que le pasó a “Entre caníbales”, que no sólo no rindió en cuanto a números, sino que el canal lo reformuló?
No, para nada. Este es un unitario de 16 capítulos, que siguen y seguirán una misma línea. Es una verdadera miniserie con principio y fin. No hay chance de cambio sobre la marcha ni posibilidad de segunda temporada. Yo, personalmente, aspiro a una buena cifra, pero fundamentalmente, aspiro a la conquista de un público fiel. Además, el éxito no siempre está en el éxito de la popularidad.
Escrito por Leandro Calderone y Carolina Aguirre, y producido por Pol-ka y Turner, el unitario (que se verá los jueves por TNT) se graba íntegramente en exteriores: “Está realizado cien por ciento afuera del estudio. Eso es algo que me suma en el relato y me complica en algunas cuestiones. Los imprevistos están a la orden del día: la lluvia, los cortes por lo que fuera, los accidentes. Físicamente se sufre bastante, pero artísticamente se gana mucho, porque los escenarios naturales, con el sol, la lluvia y el río de tu lado, te abren, al mismo tiempo, muchas posibilidades. Te generan una linda adrenalina. Te obligan a abrir más los ojos y a reaccionar frente a la realidad”. Palabra de un hombre doctorado en ficción.