Fuerte impacto simbólico

Con su decisión de facultar a los sacerdotes a absolver el pecado del aborto sin necesidad de contar con la autorización de su obispo, como es necesario, el Papa Francisco produjo un gesto de fuerte impacto simbólico, más que efectivo, en orden a mostrar el rostro de una Iglesia más misericordiosa.

Es que en muchas diócesis en el mundo los obispos habían ya facultado a sus sacerdotes a dar la absolución en este caso. Pero el gesto adquiere especial relevancia, precisamente, porque se inscribe en otros referidos, por caso a los homosexuales, los católicos divorciados en nueva unión y las madres solteras, que muestran una apertura, que es un sello de del pontificado de Francisco.

De todas formas, la decisión de Francisco, como salió a aclarar el vocero del Vaticano, padre Federico Lombardi, no debe verse como un atenuante para un pecado que la Iglesia considera grave, ya que considera que hay vida desde el momento mismo de la concepción.

Por la gravedad que le otorga, para la Iglesia, una mujer católica que aborta –y quienes le practican el aborto- queda excomulgada automáticamente y, por eso, es necesario que, en caso de que esté arrepentida y se confiese hace falta la autorización del obispo para la absolución.

Con todo, el Papa Francisco cree que a la angustia que una mujer tiene por haber abortado no se le puede sumar el “trámite” de la autorización del obispo, que puede farragoso y que le puede agregar angustia, en vez de rápidamente ser abrazada por la misericordia divina. Pero el gesto papal parece ir más allá: busca ser un paso en su “revolución cultural” hacia una Iglesia más amorosa. Una Iglesia que muestre, según la doctrina cristiana, el verdadero rostro de Dios, que siempre perdona.