Clarín

Horror en un barrio humilde de Pilar

Descuartiz­an a una pareja y detienen a sus hijos Llevaba 12 días desapareci­da. En la casa que compartía con sus hijos hallaron restos mutilados y quemados.

- Victoria De Masi vdemasi@clarin.com Ezequiel Viéitez evieitez@clarin.com

En la terraza de una casa sin terminar, hay dos tachos de lata manchados con tizne y un balde de color azul. Están pegados al borde, a la vista de todos, en la calle Sarratea 2726, en Del Viso, partido de Pilar. Allí encontraro­n anteayer restos humanos: un torso descuartiz­ado a medio incinerar, una mata de pelo, huesos, carne. Todo indica que serían los cadáveres de Ricardo Klein y su mujer, Miryam Kowalczuk. Por el hecho fueron detenidos los hijos que cada uno había tenido con una pareja anterior y que, a su vez, mantienen una relación sentimenta­l. Leandro Acosta, hijo de Kowalczuk, se negó a declarar. En cambio Karen, hija de Klein, admitió en la fiscalía la participac­ión de ambos en el asesinato. Dijo que el maltrato que sufrían sus hermanos menores, mellizos de once años a los que habrían obligado a cartonear, motivó el crimen.

Ricardo Klein tenía 54 años, era un hombre robusto y, dicen sus vecinos, malhumorad­o. Se dedicaba a la albañilerí­a hasta que armó un circuito de venta de cartones y cobre que funcionaba a la perfección. Tanto que le pidió a Miryam Kowalczuk, de 50 años, que dejara el trabajo de empleada doméstica en un country de Pilar y se hiciera cargo de la casa. Klein había enviudado hacía poco más de cuatro años. Su hija Karen, de 22 años, dejó la casa de su madre y se mudó con su padre y su nueva familia. Así conoció a Leandro, de 25 años e hijo de Kowalczuk, y se pusieron de novios.

Los vecinos dejaron de ver a la pareja los primeros días de septiembre. “Ellos tenían una rutina. Sacaban la camioneta a la mañana y pasaban por algunos hipermerca­dos donde les tenían preparados los cartones. A la tarde iban a los almacenes chinos. Como separaban los cartones en el patio, siempre andaban quemando. Era normal ver humo”, contó Julio, el vecino de enfrente. A Julio le llamaron la atención dos cosas: que hacía días que no se cruzaba a Klein y a su mujer, y que hace una semana, de madrugada, no prendieron fuego en el patio sino en la terraza.

Osvaldo, el vecino de al lado, también notó su ausencia y le preguntó a Leandro, el hijo de Kowalczuk, si había pasado algo. “Y me dijo que se habían ido a Uruguay, que los habían dejado solos con los mellizos. Incluso me mostró la denuncia que les había hecho”, repasó Osvaldo. El miércoles pasado, Leandro logró que la jueza Silvina Galeliano le otorgara una orden restricció­n del hogar a su madre y a su padrastro por 60 días, luego de acusarlos de maltratar a sus hermanos.

Para la fiscalía esa es la coartada de los hermanastr­os. “Falta el resultado de las pericias, pero en

principio calculamos que el asesinato se habría dado entre los primeros días de septiembre y la noche del sábado”, apuntó a Clarín el fiscal Eduardo Vaiani, al frente de la UFI Especializ­ada en Delitos Conexos a la Trata de Personas.

¿Cómo encontraro­n los cadáveres? “Yo venía todos los días –explicó Horacio Klein, hermano de la víctima– hasta que me cansé de escuchar excusas. Leandro me decía que se habían ido a Uruguay, a jugar al bingo. O que estaba ocupado y no podía atenderme. O que no estaban porque él los había denunciado. Era todo tan raro que fui a la comisaría a hacer la denuncia”.

Fue un allanamien­to de urgencia, el sábado casi a medianoche. La policía le pidió a Leandro que abriera el portón. Apenas entraron vieron la Chevrolet Apache con la que la pareja juntaba los cartones estacionad­a en el garaje y los árboles del patio cubiertos de hollín. Entraron a la casa y constataro­n que la habitación que compartían Klein y Kowalczuk ya no tenía muebles. La cama estaba incinerada al igual que el colchón, del que sólo quedaron los resortes. La policía secuestró una arma de guerra, una escopeta, tres hachas, una horquilla, un machete y 8 mil dólares. Karen y Leandro fueron detenidos. Y los hermanos –quienes, según los investigad­ores, podrían haber presenciad­o la muerte de sus padres– fueron trasladado­s a un Hogar de Abrigo que depende de la Municipali­dad de Pilar.

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La familia vivía en el fondo de la propiedad. Sobre la terraza, los tachos donde hallaron los restos.
El lugar del hecho. La familia vivía en el fondo de la propiedad. Sobre la terraza, los tachos donde hallaron los restos.
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Orden de restricció­n.
Denuncia. Orden de restricció­n.
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PEDRO LAZARO FERNANDEZ terraza, los tachos donde hallaron los restos.

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