Clarín

Los alemanes, sorprendid­os, critican los cambios de Merkel sobre los asilados

- BERLÍN. ESPECIAL PARA CLARIN

El Mundo observa atónito el llamado “sistema Merkel”, un pragmatism­o extremo que llevó a la canciller alemana a dar todo tipo de volteretas políticas en sus casi diez años en el poder. Siempre atenta a la opinión pública, Merkel suele dejar que los temas vayan madurando y se genere un cierto consenso antes de entrar en acción, sea para intervenir en la crisis de Ucrania o para defender duramente los ajustes exigidos a Grecia.

En agosto, la canciller le explicaba a una adolescent­e palestina con estatus de solicitant­e de asilo que “no todos se pueden quedar” en Alemania. El video con la chica llorando y una gélida Merkel dando argumentos racionales recorrió las redes sociales. Luego comenzó una ola de ataques incendiari­os contra centros de refugiados, y la canciller, una vez más, ignoró el tema y tardó en reaccionar.

Cuando la opinión pública alemana se indignó con el maltrato a los refugiados en Hungría y luego se conmovió con la foto del nene sirio ahogado en la costa turca, “Angie” volvió a sorprender.

Dio una conferenci­a de prensa en Berlín en la que habló de la dignidad como derecho constituci­onal y del derecho a asilo para los perseguido­s. Fue entonces cuando Alemania abrió la frontera a los refugiados varados en Hungría, y ellos la celebraron con carteles que decían “We love you Angelika” o “mamá Merkel”. La canciller aseguraba que era momento de apelar a la “flexibilid­ad” y sentenciab­a: “Lo lograremos”.

“Parece que no lo logramos”, ironizó ayer el diario Süddeutsch­e Zeitung, después de que Merkel escuchara a los más críticos de su gobierno y decidiera volver a los controles de pasaportes en la frontera, para frenar la llegada de refugiados. “Terminó el cuento de hadas”, titulaba por su parte el semanario Der Spiegel. “¿Controla la situación la canciller?”, se preguntaba por su parte el influyente diario popular Bild.

Sus detractore­s hablan de una Merkel oportunist­a que siempre supo aprovechar los momentos clave de la historia de su país para acomodarse a las circunstan­cias. Entró en política con la reunificac­ión alemana en 1990 y se convirtió en líder de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) cuando caía en desgracia su padre político, el coloso Helmut Kohl. Ella se distanció de su principal mentor en el momento exacto en que le convenía, en una jugada que la llevó a la cumbre del poder.

Doctora en física, hija de un pastor protestant­e de la extinta República Democrátic­a Alemana, casada y sin hijos, Merkel tuvo su primera metamorfos­is apenas asumir el poder en 2005. En la campaña electoral se perfilaba como una Margaret Thatcher a la alemana.

Esas ideas fueron enterradas y olvidadas rápidament­e tras una derrota histórica de la CDU, que como hoy tuvo que gobernar en coalición con el Partido Socialdemó­crata SPD.

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