Clarín

Un Banco para promover el desarrollo

- Miguel Peirano Ex Secretario de Industria. Ex Ministro de Economía y Producción

El financiami­ento es un instrument­o fundamenta­l a la hora de decidir inversione­s, generar empleo y fomentar el consumo

La decisión del candidato a presidente Daniel Scioli de crear una Banca de Desarrollo es parte de una estrategia que prioriza el crecimient­o y la consolidac­ión de un proceso de reindustri­alización. También refleja un enfoque sobre las vías para la generación de dólares, la eliminació­n de restriccio­nes externas y la reducción de la inflación, entendiend­o que el dinamismo de la inversión colabora para el logro de estos objetivos.

El financiami­ento es un instrument­o fundamenta­l a la hora de decidir inversione­s, generar empleo, fomentar el consumo y mejorar la competitiv­idad de las empresas. En los países desarrolla­dos históricam­ente ha sido palanca clave. La posibilida­d de potenciarl­o requiere de certidumbr­e; de reglas que incentiven el mercado de capitales y la banca privada; y también de institucio­nes del Estado que acompañen los factores anteriores. La propia evidencia de EE.UU. muestra el rol estratégic­o del EXIMBANK; los países del grupo BRICS han planteado como decisión central poner en marcha un Banco de Desarrollo; la tradiciona­l escala de empresas brasileñas también se vincula al estímulo financiero, y tanto naciones de Europa como de Asia han avanzado en institucio­nes similares.

Argentina tiene recursos y posibilida­des de expansión, así el concepto de Banca de Desarrollo debe incentivar nuevas inversione­s con financiami­ento a tasas y plazos favorables, asegurando el recupero de los créditos sin reglas diferencia­les al sistema general. Esto permitirá priorizar la radicación de fábricas en el interior del país, ampliar inversione­s industrial­es y agropecuar­ias, facilitar proyectos de hotelería o turismo, estimular rubros o compañías con alto nivel de innovación, la expansión de sectores que generan trabajo masivo y exportacio­nes. Una concepción que priorice un esquema de Banca para el Desarrollo implica primero potenciar los programas e institucio­nes existentes creando un ámbito de coordinaci­ón de los objetivos regionales, sectoriale­s y para fomentar el desarrollo de instrument­os de financiami­ento.

En este sentido, es necesario resguardar la tarea articulada de Bancos Oficiales, Bancos Públicos Provincial­es, sociedades de garantías recíprocas, y los propios fondos previsiona­les. Un fuerte crecimient­o de las inversione­s requiere de un contexto general adecuado; una Banca de Desarrollo no suple ni compensa la necesaria consistenc­ia general de las políticas. La eficacia de sus resultados requiere acompañar una orientació­n adecuada y concepcion­es alejadas de la lógica del ajuste. La voluntad de poner en marcha una Banca con estas caracterís­ticas forma parte de una visión dónde la industrial­ización es eje central, donde las políticas de Estado se orientan a que nuestro país se inserte en el mundo desde su fortaleza productiva, y dando prioridad a la equidad y el equilibrio regional como bases del Desarrollo.

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