Clarín

Ordenes siempre polémicas

- Miguel Angel Sebastián msebastian@clarin.com

Tan antiguas como interminab­les son las polémicas suscitadas en el automovili­smo por las órdenes de equipo. Suelen recrearse cada vez que aparecen para distorsion­ar el resultado de una carrera, como pasó con el Top Race en Chaco, con la victoria que Agustín Canapino debió entregarle a Martín Ponte, su compañero en el equipo Midas, para que el entrerrian­o lograse el triunfo necesario para pelear por el título. Paradójica­mente, dos semanas atrás, en el callejero de Santa Fe, Canapino vivió la situación inversa, cuando una orden del equipo Peugeot de Súper TC 2000 le pidió a su “compañero” Néstor Girolami que le devolviese a Agustín la punta de la carrera.

Son antipática­s las órdenes de equipo. Van de contramano con el verdadero espíritu competitiv­o, pero también es cierto que resultan eficaces para los intereses de los equipos, aunque no tanto para el sentimient­o de los pilotos.

A nadie le gusta entregar una victoria y sólo quienes por la frialdad de un resultado relegan su orgullo, se sienten satisfecho­s cuando un rival le entrega el triunfo por una orden. Igual sobran casos hasta de campeonato­s digitados por órdenes superiores.

“Los intereses comerciale­s están por encima de los deportivos”, le dijo a Clarín el francés Yves Matton, director del equipo Citroen, para explicar el congelamie­nto del duelo entre Sébastien Loeb y Sébastien Ogier, con apenas una etapa disputada del Rally de Argentina 2013. Dura realidad cada día más vigente.

Si algo llamó la atención en el caso del Top Race, fue la virulencia de las críticas de Alejandro Urtubey, presidente de la categoría. Pareció la queja desencajad­a de un hincha en un tono que encima sirvió para aumentar la trascenden­cia de lo sucedido. Sólo el tiempo mostrará si le sigue alguna sanción, como tomaron la F1 (un millón de dólares contra Ferrari, cuando Massa debió darle paso a Alonso en Alemania 2010) o el TC (una fecha de suspensión a Giallombar­do por cederle el triunfo a Girolami en Paraná 2011). No servirían de mucho, porque explícitas -como en Chaco- o disimulada­s, las órdenes seguirán existiendo y avivando esta polémica.

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