Otro fracaso
Por segunda vez, el actual presidente no logró los votos necesarios para continuar en el poder.
Líder de la independencia catalana, creía que tenía todo al alcance de la mano después de que el Parlamento aprobase su plan de ruptura con España, pero no fue así: ayer volvió a fracasar para formar gobierno y su prestigio se va deteriorando.
Por segunda vez, el histórico líder del soberanismo, primero, y del independentismo, después, Artur Mas, fue rechazado por mayoría absoluta de 72 a 63 votos por el Parlamento como candidato a la presidencia de la Generalitat. Es la primera vez que se registra un hecho semejante en Cataluña. Mas volvió a encontrarse con la barrera infranqueable de los diez votos de los radicales de izquierda, anticapitalistas y blindados rupturistas de la Candidatura de la Unidad Popular (CUP), enconados enemigos del presidente por su política económi- ca, que ellos equiparan con la del Partido Popular, y los resonantes casos de corrupción que sofocan a Cataluña. Los resultados de las elecciones del 27 de setiembre pasado han resultado endiablados para Mas y los independentistas. La coalición Juntos Por el Sí, que integran Convergencia Democrática y Esquerra Republicano obtuvieron 62 diputados y 63 el resto de la oposición. Pero la CUP logró un gran éxito cuando pasó de 3 a 10 legisladores y se convirtió en el fiel de la balanza de las votaciones para la mayoría absoluta. “Artur Mas no. Mejor cualquier otro candidato”, fulminaron los anticapitalistas asamblearios. Se mantuvieron firmes en la primera votación de la investidura y lograron el rechazo.
Ayer, en la segunda votación, los resultados fueron los mismos. El fallido candidato presentó dos nuevas propuestas para vencer el encono de la CUP. Esta vez ofreció, primero, una “presidencia coral” ejerciendo de titular pero rodeado de tres vicepresidencias que diluían sus poderes. Además, se comprometió que al cumplir diez meses en el gobierno presentará una moción de censura que lo obligará a renunciar si lo quieren sus aliados y a la convocatoria a nuevas elecciones. Era, afirmó esperanzado, toda una garantía para los anticapitalistas. La CUP dijo otra vez que no. Pero las puertas no están del todo cerradas porque el próximo 29 de noviembre habrá una asamblea general de los radicales de izquierda para volver a tratar el tema de la investi- dura y podría colarse otra vez Artur Mas apoyado por Convergencia y sus socios de Esquerra Republicana que insisten en mantener su candidatura. Todo puede pasar en este “proceso enloquecido” como lo describe ayer un artículo del Financial Times. El problema para los secesionistas es que si hay que llamar a nuevas elecciones pueden perder votos, lo que equivale a un desastre político.
Decididos a proclamar la República catalana, los secesionistas insisten en su paso a la ilegalidad y se niegan a reconocer al Tribunal Constitucional. Pero 45 días después de las últimas elecciones regionales no consiguen formar gobierno, un contraste que va deteriorando su prestigio.
Apenas finalizó la reunión, llegó desde Madrid al edificio parlamentario un representante del Tribunal Constitucional con las 21 notificaciones personales al Presidente Mas, la titular del parlamento, Carmen Forcadell, y otros 19 altos cargos. Todos deben firmar el apercibimiento en donde se les notifica que el Alto Tribunal suspende el plan rupturista aprobado por el Parlamento el lunes pasado, que establecía la prioridad del Parlamento regional como fuente de legitimidad de las instituciones y leyes de Cataluña, por encima del parlamento español.