Clarín

Asesinos por control remoto

Un drama de la guerra moderna. Ethan Hawke es un soldado que mata con drones, casi desde su casa.

- Horacio Bilbao hbilbao@clarin.com

Máxima precisión Drama EE.UU. 2014, SAM 16, 102’ De Andrew Niccol Con Ethan Hawke, Bruce Greenwood, Zoe Kravitz, January Jones Salas Hotys Abasto, Cinemark P. Madero

Máxima precisión es un drama de la guerra moderna. Un ejemplo de la desconexió­n, la abstracció­n y la deshumaniz­ación de unas batallas que se libran virtuales, frías en la pantalla, con víctimas reales que jamás son noticia. Y victimario­s que aprendiero­n a matar jugando en las consolas. Tal es la denuncia que plantea Andrew Niccol en su última película, que en inglés se titula Good Kill, una frase sarcástica con la que los soldados celebran sus triunfos a la distancia: “good kill” (buen asesinato).

Thomas Egan (Ethan Hawke) es piloto de la Fuerza Aérea estadounid­ense. Pero ya no vuela. Sí lo hace de manera virtual, guiando ataques con decenas de drones en Afganistán, Yemén, Pakistán, o donde su gobierno considere necesario. Su vida cotidiana, laboral, es matar a diario desde una base en Las Vegas, a miles de kilómetros de sus supuestos enemigos, y de las decenas de víctimas colaterale­s que van surgiendo en muchos de estos “ataques preventivo­s”. Un videojuego donde la muerte es real. Casi un empleo administra­tivo en donde siempre buscan convencerl­o de su servicio al país, de la crueldad del enemigo terrorista y de la necesidad de cumplir órdenes sin cuestionar.

Egan lleva su procesión bien por dentro, se ha vuelto un alcohólico y apenas si mantiene la inercia de una vida familiar acabada (sobre todo con su mujer, interpreta­da por January Jones, la blonda de Mad Men). Por lo demás, sólo atina a pedir que lo manden a pelear en el frente, a subirse a un avión de verdad para poner el cuerpo. “Lo peor que me puede pasar acá es que me atropelle un auto”, dirá. Si el drama protagoniz­ado por Hawke tiene su peso en el mundo laboral, ese conflicto pierde profundida­d en su vida cotidiana. Se agradece la ausencia de una moralina discursiva, pero no se entiende el peso mínimo de personajes como el de Zoë Kravitz, una cara linda en un cuartel de protagonis­tas estereotip­ados.

El drama interior de Egan empeora cuando la CIA toma el mando de las operacione­s, y los aviones no tripulados salen a matar objetivos cada vez más cuestionab­les. Son todos cuestionab­les.

La denuncia de Niccol no es ideológica, no ataca los motivos de la guerra. Y en lugar de plantear el conflicto en los altos mandos, lo hace a través de un soldado que parece tan víctima como los que él mismo asesina con el botón de su joystick, que se derrumba lentamente en lugar de estallar por el aire. En esas pantallas, cámaras omnipresen­tes en los cielos del mundo árabe (y quién sabe dónde más) surgen historias de muerte.

Y luego, claro, está el punto de vista: pensar la crueldad de una guerra tecnológic­a, sin riesgo alguno para los atacantes, desde la soledad de un hombre.

 ??  ?? Videojuego mortal. En “Máxima precisión” asesinan con “joysticks”.
Videojuego mortal. En “Máxima precisión” asesinan con “joysticks”.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina