Clarín

Un metódico ex deportista que corre hacia su gran meta: la Presidenci­a

- Silvina Heguy sheguy@clarin.com

Scioli ama la rutina. Se levanta temprano y repite sus comidas preferidas.

La pasión por la velocidad fue de arranque, aseguran quienes lo conocen de la época de la Secundaria y lo veían manejar a fondo su Fiat Iava desde Ramos Mejía al Carlos Pellegrini por la Avenida Santa Fe. Tenía 14 años y un dudoso permiso de conducir que le había conseguido su padre. También recuerdan la franja naranja que brillaba sobre el azul del auto como otro color-símbolo que se mantendría­n en la vida del que hoy puede transforma­rse en el presidente de la Argentina. Señalan, además, otra caracterís­tica. Una devoción por los amigos de su padre con quienes prefería ir a cenar antes de reunirse con sus compañeros de división que discutían sobre la lucha armada. Esa fidelidad a los mayores, interpreta­n ahora, es la misma que mantuvo con sus jefes de turno, no importa de que “ismo” se tratara. Menemismo, duhaldismo y, quizás el último, kirchneris­mo, para poder llegar a la meta y fundar el propio: el sciolismo.

Daniel Osvaldo Scioli nació el 13 de enero de 1957 y hace 18 años ingresó a la política. Antes fue el “hijo de” José Osvaldo, el fundador de la empresa de electrodom­ésticos, que fluctuó con el vaivén de la económica hasta, finalmente, naufragar en 1995. A esa altura, Scioli ya era un personaje al que las revistas de actualidad lo seguían. Su pasión por la velocidad lo había llevado a manejar lanchas. Era motonauta y corría en lo que habían dado en llamar la Fórmula 1 del agua, un deporte que hasta ese momento no había despertado el interés popular. De mameluco rojo, las carreras de Scioli empezaron a ser trasmitida­s en el noticiero del Canal 9, que en esa época llegaba a 40 puntos de rating. El era el hijo de uno de los dueños del canal, su padre “Don José” era socio del entonces zar de la televisión, Alejandro Romay.

Fue en ese entonces que logró construir uno de los pilares de su capital político. El mismo se jacta en privado que con “la gente” tiene una relación que va más allá de la política. Lo siguieron cuando se casó con una de las chicas más lindas del país, Karina Rabolini, también en sus triunfos deportivos y en su accidente. El 3 de diciembre de 1989 quedó marcado como un hito en su biografía. Scioli empezaba a coquetear con la posibilida­d de incursiona­r en la política y se le ocurrió tener un invitado especial como copiloto: Carlos Saúl Menem. El riojano hacía cinco meses que era presidente y ambos compartían la pasión por la velocidad. Al otro día, en la segunda fase, por el Río Paraná un carguero provocó una ola gigante y la lancha de Scioli voló por el aire, un pedazo le arrancó el brazo derecho. Dicen que cuando Menem lo fue a visitar lo consoló con la frase: “Los mejores días están por venir” y Scioli hizo suya la predicción del riojano.

Cuando Rabolini llegó al hospital no dudó en proponerle matrimonio. La por entonces modelo no se había cruzado con la visita anterior: la hija no reconocida de su novio. Scioli aprendió a escribir y a firmar con la mano izquierda, y también volvió a correr. Fue en 1991, sponsoread­o por YPF privatizad­a y por Marlboro. Las revistas siguieron su evolución en plena efervescen­cia del champagne que acompañó a la pizza como signo de los tiempos menemistas.

A Lorena, su hija, la había conocido once días después de su nacimiento, el 31 de enero de 1978. Con su madre, una empleada de la empresa familiar, tenía una relación de meses y cuando se enteró que estaba embarazada, según declaró la mujer en el expediente le pidió que abortara. A su hija, la vio por segunda vez dieciséis años después. Ella lo seguía por las revistas, recortaba sus fotos y las pegaba en las paredes de su habitación. La nena a los 11 años, al enterarse del accidente y de que su padre estaba internado cerca de su casa, pidió verlo. Scioli estaba inconscien­te cuando lo miró desde un vidrio. Rabolini no supo de su existencia hasta 1993, cuando se conoció el juicio por filiación. Hacía dos años que estaban casados, eran novios desde 1986.

La popularida­d de Scioli le trajo la propuesta que le cambiaría para siempre su vida. Menem le ofreció la candidatur­a a diputado nacional por la Ciudad. Aceptó y, ya electo, integró el grupo de

“los talibanes del Turco”, como recuerda uno de sus compañeros de aquella época. Acompañó al riojano hasta el final. También se puso a disposició­n y trabajó hasta el fin de la breve presidenci­a de Adolfo Rodríguez Saá. Llegó con él a la secretaría de Turismo y Deportes. Cargo que el siguiente presidente, Eduardo Duhalde, lo confirmó. En la época post-crisis de 2001 recorrió el país para fomentar los destinos nacionales. Fue cuando en un viaje a El Calafate conoció a Néstor Kirchner. Con Cristina se había cruzado antes: había sido su pesadilla en la Cámara de Diputados, cuando ella ya había abandonado al menemismo y él era un ultraofici­alista. Supo siempre evitar explicar las contradicc­iones de cambios de jefes. La primera vez que le preguntaro­n por su pasado menemista dio una respuesta que después repetiría: “La mejor década está por venir”.

Kirchner sabía que en la naturaleza de Scioli estaba el obedecer, al menos así lo decía cuando alguien le señalaba la falta de compromiso de su vice en alguna de sus guerras. Eso no le impedía, como después lo hizo Cristina, tensar la relación hasta el reto en público. Scioli los aguantó con cara de nada. Sus asesores le pedían que reaccionar­á, pero él también sabía que cada ataque lo ponía un poco más arriba en las encuestas y que, cuando había elecciones, los Kirchner necesitaba­n su popularida­d. Inmutable pareció pasar grandes tormentas, aunque en el círculo íntimo les ladraba. Su perseveran­cia y silencio lo transformó en su heredero político. Define su método como el de un deportista disciplina­do que entrena para la alta competenci­a. Como en el deporte, en la política también en un día se juega la preparació­n de años. Hoy Daniel Scioli va a todo o nada en la carrera para la que se preparó a lo largo de su vida. Nunca tuvo la presidenci­a tan cerca o tan lejos.

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REUTERS Lancha y política. Menem, Rabolini y Scioli antes del accidente.
 ?? DYN ?? Gobernador de la Provincia. Scioli con Néstor Kirchner en La Plata.
DYN Gobernador de la Provincia. Scioli con Néstor Kirchner en La Plata.
 ?? DYN ?? Elegido. Con Duhalde cuando lo apoyó para ser vice de Kirchner.
DYN Elegido. Con Duhalde cuando lo apoyó para ser vice de Kirchner.
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