Clarín

En 8 de los 15 balotajes realizados desde 1983 se revirtió el resultado

Fue en elecciones a gobernador en Chubut, Chaco, Corrientes y Tierra del Fuego. Y en la de jefe porteño.

- Marcelo Helfgot mhelfgot@clarin.com

El sistema de doble vuelta que inventaron los franceses y obliga a los candidatos a reunir mayorías absolutas para declararse ganadores, aterrizó en la Argentina de la mano de un gobierno de facto. La experienci­a de marzo de 1973 impulsada por el general Agustín Lanusse para condiciona­r al peronismo fue debut y despedida. En la presidenci­al no se aplicó por la renuncia del radical Ricardo Balbín, que llegó segundo lejos, y en las 14 provincias que pasaron ese trámite el resultado estaba cantado por la tromba que era el PJ con Perón vivo. Tanto que sólo se recuerda el solitaro triunfo de otro radical, Fernando de la Rúa, para dirimir el tercer senador en Capital.

Recuperada la democracia tras la tragedia de los 70, sólo un puñado de provincias incorporó la doble vuelta. Está vigente en tres (Corrientes, Chaco y Tierra del Fuego) y en la Capital. Desde 1983 se recurrió al balotaje 15 veces y en ocho de ellas se revirtió el resultado de la primera, consagránd­ose el que había llegado segundo.

Fueron pioneras las patagónica­s Chubut y Tierra del Fuego, que en 1991 tuvieron su primera experienci­a para dirimir a sus gobernador­es, antes de que la reforma constituci­onal de 1994 la trasladara –con sus caracterís­ticas sui generis, por exigir mayorías atenuadas en primera vuelta– a la disputa presidenci­al.

En Chubut se dio la ingeniería de combinar balotaje con Ley de Lemas y el radical Carlos Maestro salió beneficiad­o: perdió en la primera vuelta y luego dio vuelta el resultado. Pero pronto se volvió al método de la votación única.

En Chaco y Corrientes también la doble vuelta sirvió para la emergencia de caudillos radicales: Angel Rozas y Ricardo Colombi. En ambas provincias se exige 45% para evitar la segunda vuelta.

En cambio, fueguinos y porteños adoptaron el mecanismo original, que exige 50% más un voto para evitar la segunda vuelta. Curiosamen­te, son los distritos más prolíficos: en Tierra del Fuego se aplicó seis veces y sólo en dos el que se impuso en la primera vuelta pudo vencer.

La Ciudad de Buenos Aires incorporó esa vía electoral tras lograr la autonomía. Y reconoce en Mauricio Macri a un veterano en esas lides. Tuvo que definir en balotaje en tres oportunida­des y a todas llegó con ventaja. El debut, en 2003, significó su único tropiezo electoral, ante Aníbal Ibarra, que había pasado de la Aliaza a ser un aliado K. Después, el ahora candidato a presidente le ganó dos veces consecutiv­as, y por paliza, al kirchneris­ta Daniel Filmus. Así consiguió consolidar un partido municipal que un afamado publicista bautizó PRO y que ahora aspira a manejar el vasto territorio nacional.

El último eslabón fue el triunfo, también en segunda vuelta, de su delfín, Horacio Rodríguez Larreta, aunque esta vez con susto frente al inclasific­able Martín Lousteau, del frente ECO. En un año de extensísim­o calendario electoral, fue uno de los dos casos de balotaje del 2015, otra vez junto al de Tierra del Fuego, donde Rosana Bertone, del Frente para la Victoria, se repuso de la ajustada caída que había sufrido cuatro años antes frente a Fabiana Ríos, ganadora de dos balotajes seguidos como Macri.

En el balance, con balotaje hubo cinco triunfos radicales, tres del PRO, dos peronistas y cinco de distintas expresione­s localistas. Curiosidad­es del sistema: Filmus fue el único que perdió dos veces y Corrientes se convirtió en la única provincia donde se batieron dos primos, Ricardo y Arturo Colombi, en el balotaje de 2009.

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