Un nuevo modelo de negocios

A

hora que las artesanías de Matriarca tienen salón de exhibición y que firmas como Coca Cola, YPF y el banco Macro las compran en cantidades industriales, a Paula Marra le cuesta responder cómo empezó todo. Tal vez, en sus recorridos por el Norte como ingeniera agrónoma en busca de la agricultura sustentable. O en sus encuentros con Rosario Quispe, esa hija de la Puna, líder de la comunidad coya que puso en pie una hilandería en Abra Pampa, a 4.000 metros de altura. Marra afirma que otra estrella del proyecto fue la máquina descerdadora que inventó Diego Segetti, sobrino nieto de Arturo Frondizi, que mejora la calidad de la fibra de los cámelidos.

Por cierto, Matriarca es el último eslabón de una cadena integrada por una cooperativa de mujeres artesanas del Gran Chaco, que tiene como socia a Marra, como inversora a la estadounidense Gyneth Ketterer y como flamante CEO a la ex Nespreso Luisa Weber. A su vez, Matriarca es accionista de Warmi, la hilandería de Abra Pampa que da trabajo a 3.000 familias del lugar. Warmi en quechua significa mujeres resilientes. A Abra Pampa y por Warmi, llegó la cordobesa Universidad Siglo XXI y ya hay una primera camada de egresados.

Alrededor de este proyecto se articuló un esquema públicoprivado con el ministerio de Ciencia, el INTA y el Conicet. Y se sumaron los empresarios Marcos Galperin (Mercado Libre), Roberto Souviron (Despegar), Alejandro Gorodisch ( Farmacity), Claudio Drescher (Jazmín Chebar), Silvia Gold (laboratorios Elea) y Juan Collado (Celulosa). En el que es otro modelo de negocios, trabajan en red con un futuro muy abierto para las distintas etapas productivas. Hacia delante, el potencial es enorme: esas artesanías y tejidos tienen una demanda global altamente insatisfecha. “Estamos generando músculo”, dice Marra mientras sueña igualar las exportaciones peruanas que arrojan US$ 180 millones al año.

Una cadena productiva basada en la Puna con una integración inteligente público-privada.