El “imán Google”, o cómo Internet se usa para construir yihadistas
La pantalla se ha convertido en uno de los principales factores de reclutamiento que usan los terroristas.
Las mezquitas radicales son el objetivo del gobierno francés. Esos lugares de culto salafistas, defensores del Islam medieval y puritano, que determina todo un estilo de vida, desde la prohibición de escuchar música a la alimentación para quienes los practican, son el nuevo enemigo declarado de Francia. Lo anunció el primer ministro Manuel Valls en la Asamblea Nacional y en el Senado, cuando dijo: “Tenemos un enemigo: es el islamismo radical. Y uno de los elementos del islamismo radical es el salafismo”.
Desde el jueves comenzaron los sistemáticos allanamientos de estas mezquitas y salas de rezos, desde Brest a Niza y Aubervilliers, que se han multiplicado en los últimos años en Francia hasta llegar a 150, mantenidas con los fondos sauditas y qataríes. Ha comenzado la vigilancia sistemática de los imanes radicalizados y con dudosa formación teológica, que predican un mensaje de odio e intolerancia, que contradice los valores republicanos y laicos de Francia.
Más allá de esta batalla contra el salafismo, el gobierno tiene otro problema en esta escalada de radicalización entre los jóvenes de los suburbios, aburridos y sin trabajo, en los halls de las Cites de Francia. Es el “Imán Google”. Así bautizó el ex ministro de trabajo sarkozista, Xavier Bertrand, a este proceso de radicalización por la Internet de estos aspirantes franceses a yihadistas en Siria y en Irak.
“Un cierto número de jóvenes, antes de ir a la mezquita encuentran su modo de radicalizarse sobre Internet”. alertó el muy mediático ex ministro Bertrand, hoy diputado por los Republicanos en Aisne. Los jóvenes se reúnen en pequeños grupos, en departamentos o en centros de culto ilegales, como los sótanos de las torres de las Cites alrededor de las grandes ciudades francesas, donde ven videos y son adoctrinados por imanes salafistas paquistaníes, yemenitas, o sirios vía la Internet.
Estos jóvenes sin trabajo, con familias desintegradas, pequeños delincuentes con prontuario de robos o tráfico de drogas, se apasionan hasta convertirse en fanáticos viendo sermones en You Tube con sus teléfonos portátiles o sus computadoras, se comunican por WhatsApp y nutren su odio mirando, uno tras otro, los videos de decapitaciones del ISIS o leyendo su revista de adoctrinamiento. Han sido diseñados para reclutar a los que han perdido el rumbo, a los más vulnerables musulmanes de los suburbios, que nunca han conseguido la integración, y lo consiguen. Hasta logran convertir a muchos franceses que no eran musulmanes. Los atentados son para el ISIS otra arma de reclutamiento en estas poblaciones sin cohesión, sin integración, sin héroes.
El fenómeno fue observado por Anouar Kbibech, el presidente del Consejo Francés del culto musulmán. “Las mezquitas no son factores de radicalización”, advirtió. Mencionó un adoctrinamiento “de bolsillo”, vía la computadora y el celular. Está convencido de que a esos jóvenes hay que enseñarles “los valores reales del Islam” y esa educación tomará tiempo, debate y un proceso educativo y de desradicalización acentuado.
Valls anunció “una estructura para jóvenes radicalizados, cuyo lugar será elegido de ahora fin de año”. “La financiación está lista, el cuadro jurídico y el proyecto pedagógico están en vías de finalización. Los primeros admitidos podrían ser los arrepentidos, que nosotros pondremos a prueba, para medir su voluntad de reinserción”, dijo el primer ministro. Algunos consideran que hay al menos 1800 franceses en Siria como yihadistas, algunos con sus familias, y muchos no regresan por temor a ser encarcelados, aún horrorizados de los crímenes del ISIS.
El “estado de urgencia” permite al gobierno bloquear los sitios de Internet que hacen propaganda salafista y a sus seguidores. Una ley contra el terrorismo, votada en el 2014, autoriza el bloqueo administrativo de “actos de terrorismo o haciendo apología”, sin que sea necesaria la intervención de la justicia. En caso de rechazo o de ausencia de respuesta de los proveedores franceses de acceso a Internet en 24 horas, deben bloquear el acceso. Esto llevó desde los atentados de Charlie Hebdo a bloquear 89 sitios de Internet en Francia. El estado de urgencia acorta esos plazos: es inmediato el bloqueo, al menos hasta febrero próximo.
Según una encuesta de Le Figaro, 96% de los franceses apoya el bloqueo de esos sitios y el 4 por ciento lo rechaza, después de los últimos atentados. El proceso más difícil es el control de las redes sociales sin afectar libertades individuales. Twitter, Facebook, Google actúan “a posteriori” de la difusión de esos contenidos.