ATAQUES EN PARIS Cómo se financian los terroristas del ISIS
Controlan bienes por dos billones de dólares. Recaudan 2.900 millones de dólares por año. Venden petróleo y antigüedades en el mercado negro. También, cobran impuestos extorsivos. Esto les da capacidad para atacar en todo el mundo.
El ISIS es la organización terrorista más rica de la Historia reciente. De acuerdo a un estudio de los analistas financieros de Thomson Reuters, su califato contiene bienes por dos billones de dólares lo que le permite obtener unos 2.900 millones de dólares netos por año. Tienen el control de un territorio del tamaño de Gran Bretaña, entre Siria e Irak, y reinan sobre una población de ocho millones de habitantes. Hace dos años apenas si habían aparecido por entre medio de los grupos que luchan en la guerra civil siria. En junio de 2014 se hicieron con el control de la segunda ciudad iraquí, Mosul, y de la sede del Banco Central de Irak con 425 millones de dólares en efectivo y unos 1.000 millones más en depósitos y plazos fijos. Pero por sobre todo, manejan tres provincias sirias y cuatro iraquíes, donde se encuentran algunos de los pozos de petróleo más productivos del mundo. De allí extraen al menos 60.000 barriles de crudo por día que venden en el mercado negro de la región lo que le puede dar hasta 1.400 millones de dólares por año. Todo esto está, además, aceitado por una maquinaria casi perfecta de organizaciones “humanitarias” que le hacen llegar otros buenos millones de dólares a los líderes asentados en Raqqa, la capital del califato del siglo XXI autoproclamado por el ISIS. “Amasaron una fortuna sin precedentes para este tipo de organización. Tienen un poder único”, escribió David Cohen, subsecretario de la Unidad de Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro estadounidense, en un informe al presidente Barack Obama. Otro analista de la CIA afirmó en esa misma sesión informativa que “el ISIS tiene la fuerza que ningún otro grupo islamista había tenido desde la invasión de los musulmanes a la península ibérica en el 700, mucho más que Al Qaeda”.
Con este poder atacaron la semana pasada en París y amenazan con izar la bandera negra sobre la basílica de San Pedro, en el Vaticano. Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de los atentados en la capital francesa y un alto mando del ISIS en Siria, contaba con mucho dinero para la infraestructura y una gran
cantidad de armas compradas en el mercado negro proveniente de los Balcanes y Chechenia. En Medio Oriente, se quedaron con una buena parte del arsenal que dejó el ejército iraquí cuando huyó ante la entrada de los convoyes de camionetas Toyota repletas de barbudos dispuestos a dar su vida por la causa. También tienen muy sofisticado armamento que fueron dejando los soldados estadounidenses a medida que se replegaban en Irak. Y lo que se puede comprar en el amplio mercado negro de Medio Oriente de productos fabricados por empresas españolas, francesas, alemanas y británicas. Se cree que cuentan hasta con un sistema de radarización y conexión satelital de última generación que compraron en los últimos meses. “Están mejor equipados que el ejército regular sirio y cualquier otra fuerza en este conflicto”, dijo Masrour Barzani, el jefe de la inteligencia de las fuerzas kurdas que los combaten con éxito.
“Calculamos que gastan unos seis millones de dólares por día en sus operaciones”.
El petróleo es su principal fuente de financiación. De acuerdo a la Agencia Internacional de Energía (IEA) controlan siete pozos importantes en Siria, entre ellos el más productivo de ese país, el de Al Omar, que tenía una capacidad de extracción de 60.000 barriles por día antes del estallido de la guerra civil hace cuatro años. Y en Irak se quedaron con 13 pozos petroleros que pueden tener una capacidad de hasta el 20% del total de la extracción de ese país, el cuarto productor de petróleo del mundo. También tienen en su poder varias refinerías, algunas móviles que le permiten evadir con éxito los bombardeos de los aviones estadounidenses, franceses y rusos. La IEA calcula que pueden producir entre 80.000 y 120.000 barriles por día que representan entre 2 y 3 millones de dólares, ya que están vendiendo a un precio de 20/25 dólares el barril cuando en el mercado es el doble. El gobierno estadounidense calcula que el ISIS obtuvo el último año entre 730 y 1.460 millones de dólares por la venta de petróleo en el mercado negro de Turquía, Jordania y El Líbano. Lo hacen a través de las mismas rutas de contrabandistas que utilizó el entonces régimen de Saddam Hussein para evitar el embargo occidental desde la primera Guerra del Golfo de 1990 hasta la invasión estadounidense del 2003. Lo compran traficantes internacionales y, en forma indirecta, hasta el propio régimen sirio de Bashar Al Assad que necesita imperiosamente de este combustible que ya no controla.
También tienen gas natural del campo de Akkas, en la provincia iraquí de Al-Anbar. Fuentes de la industria calculan que la planta procesadora está trabajando al 50% pero que pudieron haber sacado hasta 489 millones de dólares en un año, más allá de que se hayan entregado decenas de miles de garrafas a la población. En su zona de control, también tienen minas de fosfato, cemento y sulfuro. Sólo la mina de fosfato de Akashat, cerca de la ciudad iraquí de Rutba, tiene una producción de un millón de toneladas al año. El ácido sulfúrico de la cercana planta de Al Qaim tiene un precio aún más elevado en el mercado negro. Y se suman las productoras de cemento, encabezadas por la de Al Jalabiah, cuya dueña es la empresa francesa Lafarge. El gobierno iraquí cree que vendiendo a la mitad del precio del mercado, los terroristas pueden obtener de estos productos otros 600 millones de dólares por año. Cuando los milicianos de las banderas negras tomaron el norte de Irak se encontraron con una buena producción de granos guardada en silos. La FAO, la agencia de la ONU para la Agricultura, remarca que esa zona es precisamente la más fértil del país con una producción de un millón de toneladas anuales de trigo y más del 50% del total de la cebada iraquí. Esto les permitió sostener hasta ahora una distribución de pan entre la población y vender harina por más de 120 millones de dólares.
En el califato todo está sujeto al pago de impuestos. De acuerdo a cifras divulgadas por el propio ministro de Finazas del ISIS, el emir Mowaffaq Mustafá al-Karmush, conocido como Abu Salah, se recaudan más de 30 millones de dólares al mes en concepto de tasas a cualquier tipo de negocio que se realice en el califato, un 5% de impuestos a todos los salarios y subsidios, así como un 10% por cualquier transacción bancaria. También se cobran un derecho para circular con camiones por el norte de Irak, de 200 dólares, y otros 800 en “baksheesh” (propina) si se quiere cruzar alguna de las fronteras. Otro informe del ISIS, éste realizado por el anterior ministro de Economía, Abu Jaafar al Sabawi, que, de acuerdo a la inteligencia británica, se escapó a Turquía llevándose 14 millones de dólares, decía que sólo en Mosul se habían recaudado en unos pocos días 8 millones de dólares entre los comerciantes para poder mantener sus negocios abiertos.
En esa misma ciudad, la segunda más importante de Irak, cuando la conquistaron, casi sin disparar, en junio de 2014, se encontraron con las arcas repletas del Banco Central de Irak. De acuerdo al último informe de la gobernación de la provincia de Nineveh, donde se levanta Mosul, había en los bancos más de mil millones de dólares, 425 millones en efectivo, en la bóveda principal.
Cuando Abu Musab al-Zarqawi creó en Irak en el 2003 la filial de la red terrorista Al Qaeda para luchar contra las fuerzas estadounidenses que habían invadido el país para quitar del poder al dictador Saddam Hussein, ya tenía una sólida red de apoyo externo en Kuwait, Qatar y Arabia Saudita. Eran millonarios sunitas que veían con simpatía el enfrentamiento con los marines y con sus enemigos internos, los shiítas con los que luchan desde
el siglo XII para determinar quién es el verdadero sucesor del profeta Mahoma. A través de supuestas organizaciones humanitarias le hacían llegar millones de dólares para la causa. Tanto dinero manejaba Zarqawi que en una carta que descubrió la inteligencia militar estadounidense, el médico egipcio Ayman al Zawahiri -que había quedado a cargo de Al Qaeda ante la imposibilidad de moverse de Osama bin Laden-, le pedía dinero prestado por encontrarse “con las líneas de abastecimiento corta
das”. Ocho años más tarde, cuando Zarqawi ya había muerto y los iraquíes y kurdos habían retomado el control de la zona sunita iraquí, muchos de los hombres de la organización, entre los que se encontraban generales del antiguo ejército saddamista, y bajo el liderazgo de Abu Bakr al Baghdadi, se trasladan a luchar a la guerra civil siria bajo la denominación de ISIS o Dash, en árabe, y se llevan con ellos las excelentes conexiones para recaudar dinero en el Golfo Pérsico. El Brookings Institution, el centro de estudios de Washington, estima que llegaron a manos de los terroristas unos 40 millones de dólares por esta vía en los últimos dos años. Se señala como instigadores de esta red al miembro del parlamento de Kuwait, Mohammed Hayef al Mutairi, y a Shafi al-Ajmi, cuya familia controla varios medios de comunicación. La oficina de la ONU para la Coordinación Humanitaria calculó que desde el comienzo de la guerra civil siria se donaron unos 200 millones de dólares desde Qatar sin que se haya dejado registro bancario y que al menos 11 millones fue
ron a manos del ISIS. La Fundación Quilliam, un centro de estudios británico liberal, hizo otro informe en el que mostraba cómo mucho de este dinero se destinaba a comprar
armas en el amplio mercado negro de la región y con entregas a través de Turquía.
La otra fuente importante de recaudación proviene de la venta de antigüedades. El ISIS controla
12.000 centros arqueológicos con piezas únicas de una antigüedad de hasta 9.000 años, de acuerdo a Aymen Jawad, el director ejecutivo de la organización Iraq Heritage. La reciente devastación del gran palacio del rey asirio Ashurnasirpal II, en la ciudad de Nimrud, provocó una enorme oferta de esas antigüedades en el mercado internacional. “No vamos a saber nunca quiénes tienen estas piezas únicas. Todo se hace en un gran secretismo. Pero les dejan a los terroristas millones de dólares”, explica Jawad. Se sabe que en la casa de remates Doyle de Nueva York fue vendida una vasija del rey babilónico Nabuconodosor II por 605.000 dólares a un coleccionista anónimo que hizo la transacción por vía telefónica.
Todo esto constituye un verdadero imperio económico con la habilidad y los recursos para atacar en cualquier momento objetivos en todo el mundo. París fue, para los terroristas, apenas una batalla.