Clarín

Hubo goles y baile al ritmo del Mercosur

- Juan Cruz Especial para Clarín

Al Madrid le esperaba una sorpresa, la revolución del centro, que propició una goleada basada en los pies de los jugadores que vienen de Sudamérica. Una goleada del Mercosur. La sorpresa que Luis Enrique le deparó al equipo de Benítez no era Messi, testimonia­l en un partido jugado a la sombra majestuosa de Iniesta: era Sergi Roberto, acompañado de los suyos. Estos cuatro mosquetero­s del Barça sirvieron en bandeja una artillería fabulosa a los azulgranas y desconcert­aron a un Madrid dormido.

Para acabar de orquestar esa sinfonía había que buscar un referente en la tradición, más que en el presente. El referente, el pivote que hace girar al Barça de Luis Enrique al ritmo de Guardiola y de Cruyff, es Iniesta. El de Albacete, más aún que el brasileño Neymar, ha heredado de ambas escuelas la esencia del fútbol que le enseñaron, aligerado por el fútbol más rockero de Luis Enrique: Iniesta baila jugando, como si en efecto lo que hace sea baile y no fútbol.

Hemos creído que Neymar es la reencarnac­ión de Ronaldinho, y lo es por la floritura que encarna su concepto del fútbol como samba o juerga; pero quien maneja la clavija del fútbol total, incluyendo el baile pero también la destreza en el pase Y la potencia del disparo, es Iniesta. Acaso por eso, en esta goleada que el Barça quería pero no esperaba, él jugó el papel de aquel legendario mago del toque. Y por eso el Bernabeu acometió otra vez una hazaña rara, aplaudir al contrario. Hace años, con ocasión de una goleada histórica, los aficionado­s aplaudiero­n al astro de Brasil.

El Mercosur del fútbol juega en la delantera del Barça, y ayer hizo su cosecha casi completa, porque no se estrenó Messi, y falta no hacía, porque el resultado lo halló ya maduro cuando entró en el campo para decir, simplement­e, “aquí estoy yo, no he faltado”. Ese Mercosur está compuesto de un brasileño, un argentino y un uruguayo. Amparados por la sombra de Busquets y de Sergi Roberto, este tridente que se mueve como si fueran los danzarines de Franco Battiato. Ahora juegan y marcan. El primer gol de Suárez, cuando el Madrid pedía agua y sosiego, fue un ejercicio de maestría que dibujó el tenor del partido: Sergi Roberto sirvió una pelota a lo Xavi e hizo que la pierna del uruguayo se dispusiera de modo que fuera inapelable su tiro. Navas, tan buen portero, no mandó a sus naves a luchar contra estos elementos.

Ahora que estamos aquí en periodo electoral y todos buscan el centro, este partido parece indicar un camino: la revolución está en controlar el centro. Esa revolución la acometió el Barcelona. El Madrid perdió el centro enseguida. El resultado indica un camino para el Barça, que es el del futuro; al Madrid lo manda al rincón, a confesarse o a reflexiona­r.

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