“Escapar, esconderse y alertar”, consejos antiterroristas en Francia
El gobierno difundió una serie de dibujos con instrucciones a sus ciudadanos frente a un nuevo atentado.
¿Cómo esconderse en París? Hasta hoy eran los amantes clandestinos los que se escondían en un pequeño hotel de Montmartre o los recién casados en busca de privacidad. Después de los atentados terroristas del ISIS, el gobierno francés difundió una serie de consignas sintetizadas en un afiche sobre cómo esconderse, huir o protegerse frente a un eventual y posible ataque terrorista. Una serie de consejos con gráficos, que fue distribuida en todos los lugares públicos, y que inquietan a Francia, cuando el primero de los cafés atacados volvió a abrir desafiante su puerta tras los ataques. Francia está en guerra, sin disimulo, pero los franceses no quieren cambiar su estilo de vida.
La primera consiga oficial es “escapar”, la segunda es “esconderse” y la tercera “alertar” en caso de un ataque terrorista en París o cualquier lugar del territorio francés.
En el afiche, que recuerda las instrucciones en un avión y con la gráfica similar de signos, en fran- cés, aconsejan estas tres categorías antes de que lleguen las fuerzas de seguridad y de rescate.
La primera orden es “escapar”. En caso de fuga recomiendan, si es posible, “ayudar a otros a abandonar el lugar”, “a no exponerse”, “a alertar a la gente alrededor de uno y disuadirlos de acercarse al peligro”. Antes que nada, “tratar de localizar el peligro” para escapar lo más rápido y lo más lejos de él.
Si la fuga es imposible, la segunda alternativa es “esconderse”. Cerrar la puerta y barricarse con muebles y todos los elementos que puedan impedir el ingreso de un intruso al lugar donde uno se encuentra. “Apagar la luz” y sobre todo “cortar todos los aparatos de sonido”. Arrojarse al piso, alejarse de las aberturas como puertas y ventanas. Buscar protección detrás de un obstáculo sólido, como una pared. Pero la instrucción importante es sobre el teléfono celular: en todos los casos recomiendan cortar el sonido y el vibrador del teléfono. En el caso del teatro Bataclan, los terroristas disparaban contra aquellos cuyos teléfonos sonaban o vibraban o pedían piedad.
Después del ataque, hay que llamar al 11 ó al 112, los números de urgencia en Francia. Al alertar a las fuerzas del orden una de las consignas principales es obedecerlas y “no hacer ningún movimiento brusco cuando llegan. No correr hacia ellas, dejar las manos levantadas y abiertas” para no ser confundido con un terrorista en tal desorden y en plena acción.
El afiche pide que “sean vigilantes” y, ante un comportamiento sospechoso, contacten las fuerzas del orden. Otra recomendación es que “cada vez que se entra a un lugar, hay que ubicar dónde queda la salida de emergencia”. Una de las exigencias es que “no se difundan ninguna información sobre las fuerzas el orden ni rumores de informaciones no verificadas sobre Internet y las redes sociales”. Ante una emergencia o para conocer la situación en Francia, recomiendan seguir las cuentas @place_Beauvau y @gouvernementfr.
La decisión de publicar estas consignas de seguridad partió del gabinete del premier Manuel Valls. Ellos consideran que “frente a este cambio de época, hay que continuar a vivir con una amenaza que dura. Por lo tanto, se debe desarrollar una cultura de gestos que salvan y de solidaridad”. El diseño corrió por cuenta de Servicio de Información del Gobierno. El objetivo es simple: “hacer los gestos más eficaces para proteger su vida”. La decisión francesa quiso imitar a la de los británicos de diciembre de 2004. Pero los viajeros de trenes y metros de Londres se enfurecieron porque consideraron que este tipo de consignas generan pánico. Y se vieron forzados a retirarla.
Los franceses están dispuestos a seguir su vida cotidiana. Tienen precauciones en el Metro, van menos a museos y al cine, se inquietan en iglesias, sinagogas y aún mezquitas. En los supermercados aceptan ser palpados de armas y mostrar el contenido de sus bolsas. Cada lugar con gran concurrencia de gente tiene al menos dos guardias que se ocupan de la seguridad, revisan carteras, interrogan a los que llegan y están prevenidos ante el menor gesto de sospecha.