El evento que todos los años deja una foto
Una de las máximas de Klaus Schwab, el fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, es que de Davos debe salir “algo concreto”. Un ejemplo de ello fue la reunión entre Benjamin Netanyahu y Yasser Arafat en enero de 1997. Esa foto fue el puntapié para que, un año más tarde, se concretara un acuerdo que parecía imposible en la Franja de Gaza. ¿Qué es Davos? Un evento que apunta a que todos los años deje una foto. ¿Será la de Mauricio Macri y David Cameron esta vez?
En Argentina se asocia a Davos con la concreción de negocios. Es cierto que aquí coinciden todos los años CEO’s de las empresas más grandes y multimillonarios excéntricos. Y que la membresía que pagan para ser parte del chiste es US$ 120.000 al año. Pero el espíritu con que estos empresarios se pasean por los pasillos del Congress Hall o por las veredas de Promenade, la calle top de Davos con sus tiendas lujosas, se asemejan más al de un retiro espiritual que otra cosa. Es como si por un rato dejaran su rutina y buscaran sumergirse en las innovaciones de la salud, la robótica, el arte, la economía y la política en el mundo. Escuchar a sus protagonistas y hablar con ellos. En Davos hay un evento, una sola noche, donde un grupo selecto (o sea, el círculo rojo del círculo rojo) es invitado a cenar y donde cualquiera se puede sentar donde quiera. La habilidad de los organizadores radica en que la selección de los asistentes sea tan eficiente que ningún presente considere que su compañero de mesa no sea par suyo.
Macri eligió a Davos como su primera gira de peso para marcar el regreso de la Argentina al mundo y que la etapa de los Kirchner quedó atrás. ¿Qué se llevará el Presidente de aquí? Dos noticias, una buena y una mala. La buena es que los empresarios manifestarán su interés de invertir en Argentina. La mala es que se topará con la insignificancia económica del país. Las exportaciones argentinas no son el 1% del mundo.