Clarín

De Milagro a Sabbatella: plazas K que adelantan la ruptura con el PJ

En Jujuy o Buenos Aires, el kirchneris­mo da peleas en soledad, mientras el peronismo arma su propio juego.

- Leonardo Mindez lmindez@clarin.com

“Que se vaya a la mierda el kirchneris­mo de Fellner. Es lo peor que puede existir”. La carajeada la escupió Milagro Sala hace tres años, en uno de los tantos momentos de tensión entre el entonces titular legítimo del Ejecutivo jujeño y la gobernador­a en las sombras ali- mentada por la Presidenta desde la Casa Rosada.

El Frente para la Victoria fue una amalgama sólo posible de moldear desde las alturas del poder. Desde Balcarce 50, Cristina Kirchner logró imponer la alianza inverosími­l entre Fellner y Sala en la última elección. Así le fue: el PJ perdió el poder que retenía en Jujuy desde el retorno de la democracia.

Pero Cristina no está más en la Casa Rosada y el nuevo gobernador, Gerardo Morales, avanza en la recuperaci­ón por parte del Estado provincial del control de la política social mientras los jueces y fiscales -“peronistas, designados por el kirchneris­mo”, como se ocupa de resaltar Morales- comienzan a investigar una ruta antes vedada.

Morales parece avanzar por donde le hubiera gustado a Fellner. “Eran otros los condiciona­mientos políticos”, sonrió resignado el toda- vía titular del PJ Nacional cuando le sugirieron esa analogía en las últimas horas.

Sala está detenida desde el sábado y el acampe de su fuerza se va apagando sin mayores solidarida­des. Los diputados provincial­es del PJ jujeño emitieron un tibio comunicado en el que, sin mencionar a Sala, rechazan la “criminaliz­ación” de la protesta social pero al mismo tiempo exigen a la Justicia el “esclarecim­iento” de las “denuncias de corrupción”. Según una encuesta de Aresco, el 84 % de los jujeños rechaza el acampe, el 74 % está de acuerdo con la imputación judicial a Sala y un 79% aprueba el primer mes de gestión de Morales.

La soledad de las plazas no sólo la siente la Tupac Amaru en San Salvador. El lunes, en Plaza de Mayo, Luis D’Elía, “Wado” de Pedro, Andrés Larroque, Agustín Rossi, Daniel Filmus y Guillermo More- no fueron las figuras de un palco híper K que pidió por la libertad de Sala ante fervorosos cinco mil manifestan­tes.

Cinco, diez mil personas son las que se vienen movilizand­o con consistenc­ia para defender las más preciadas banderas K. Puede ser Sala en Jujuy, Martín Sabbatella en la AFSCA, 678 en la TV Pública o Axel Kicillof en su magisterio económico. Todas las semanas aparece una excusa para mantener la gimnasia de las “plazas de la resistenci­a”. No suele verse la cara de gobernador­es ni de intendente­s del FpV por esos lares.

“Acá hay que definir si queremos convertino­s en una minoría intensa o trabajar para recuperar la mayoría”, reflexiona un dirigente peronista que fue candidato en la boleta del FpV en las últimas elecciones. “Nosotros podemos criticarlo a Macri, pero no pegados a Moreno, D’Elía, Milagro Sala o La Cámpora que ya fueron rechazados por la sociedad. Tenemos que mostrar renovación”, agrega otro que trabaja en construir puentes con el massismo. “Quiero un PJ movilizado y que sea gobierno en cuatro años”, resumió a su manera Pablo Koziner, el delfín de Juan Manuel Urtubey en la Cámara de Diputados. Allí, ya se oyen los tambores de la secesión del bloque del FpV. Febrero será el mes clave, cuando empiece el reparto de comisiones.

Otro tanto podría ocurrir con el Partido Justiciali­sta, forzado a realizar elecciones internas inéditas y de realizació­n improbable en las actuales condicione­s. La intervenci­ón partidaria que tiene lista la jueza María Servini de Cubría podría ser la excusa perfecta para una división no traumática entre el FpV y el PJ.

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