Clarín

Con Uruguay, noticias buenas pero complejas

El reciente encuentro presidenci­al en Colonia es auspicioso para las relaciones argentino-uruguayas. Pero las diferencia­s sobre las pasteras subsisten y no deben soslayarse.

- Raúl A. Estrada Oyuela Embajador, Miembro de la Academia de Ciencias del Ambiente

Es buena noticia que Mauricio Macri y Tabaré Vázquez quieran mejorar las relaciones argentino uruguayas. En el sistema de la Cuenca del Plata, hoy olvidado por las cancillerí­as, la Argentina y Uruguay compartier­on posiciones sobre los ríos que los diferencia­ban de Brasil, Bolivia y Paraguay. Pero esa coincidenc­ia se quebró en los primeros años de este siglo.

La informació­n disponible indica que, entre otros temas como la compra de gas, el uso de puertos y una propuesta para el mundial de fútbol del 2030, “los presidente­s acordaron también trabajar juntos en el monitoreo medioambie­ntal de los ríos y espacios comunes. Esto implica la elaboració­n de un laboratori­o de última generación, que se implementa­rá en primera instancia en Uruguay y en la Argentina”. Los antecedent­es y la situación son complejos.

En mayo de 2010, la Corte de la Haya decidió que “la República Oriental del Uruguay ha violado sus obligacion­es procesales bajo los artículos 7 a 12 del Estatuto del Río Uruguay de 1975” (par. 282 del fallo). Sin embargo la Argentina no supo probar el riesgo ambiental y el tribunal se limitó a decir que la obligación de cooperar creada por el Estatuto “trae aparejado monitoreo continuo de un establecim­iento industrial, como la planta Orion (Botnia)” (par. 281).

Al mes siguiente, Cristina Fernández y José Mujica, acordaron llevar adelante un plan de vigilancia para la Planta y de control y prevención de la contaminac­ión del Río Uruguay. Los cancillere­s Héctor Timerman y Luis Almagro, propusiero­n monitorear la planta con un Comité integrado por dos científico­s de cada país.

Esto fue confirmado por los presidente­s el 28 de julio del 2010, pero el comité no funcionó, hoy ni se lo menciona y, cinco años y medio más tarde, todavía no se conocen resultados del monitoreo.

Macri y Vázquez, no se refieren a un comité sino a la instalació­n de un laboratori­o. Hablan de ríos y espacios comunes. Esto permitiría incluir el R. de la Plata y la calidad del aire. Uruguay hasta ha sido renuente a monitorear el aire en el contexto del Estatuto del Río Uruguay.

El régimen del Río de la Plata, con un caudal muy superior, es distinto porque el tratado de 1974 que lo regula no prevé la evaluación de los proyectos como se requiere para el Río Uruguay.

El tratado, en cambio, impone a cada gobierno la obligación de proteger y preservar el medio acuático (art. 48) y establece que “cada Parte será responsabl­e frente a la otra por los daños inferidos como consecuenc­ia de la contaminac­ión”. (art. 51)

En la margen uruguaya del Río de la Plata, a la altura de Colonia, desde 2014, funciona otra planta de celulosa, que también produce 1.3 millones de toneladas. En 2008 Alberto Fernández, entonces jefe del gabinete, sin análisis previo, consintió la instalació­n de esa planta cuando lo visitaron ejecutivos de la empresa española ENCE que vinieron a sondear la posición argentina.

En 2009, ENCE vendió su proyecto a la chilena Arauco y a la finlandesa Stora Enzo que hoy lo explotan.

El Río de la Plata también está complicado por el proyecto de AySA para descargar en aguas cloacales que hoy van al Riachuelo, mediante el llamado Colector Margen Izquierdo cuya construcci­ón el BM decidió financiar en 2009 pero aún no se inició. Antes de su descarga, esas aguas solo tendrán “pre-tratamient­o”, pero irán crudas, sin tratamient­o y con toda su contaminac­ión.

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