Clarín

El fenómeno de La Beriso

En seis meses, la banda creada en 1998 en Avellaneda llenó el Unico, teloneó a los Stones y agotó dos Ferro. Qué hay detrás del nuevo éxito del rock local.

- Pedro Irigoyen pirigoyen@clarin.com

De fondo suena la sinfonía de un picado: “¡Cambiala toda!”, “Dale booomba”, “¡Gooool!”. Los pibes de Ferro entrenan como si fuera una final, y Rolo Sartorio los mira desde la platea mientras arman el esqueleto de lo que fueron sus shows del pasado fin de semana. La suya, La Beriso, es la banda del momento. Lo sabe y lo repite, no se trata de un fenómeno fugaz que nace de un bombardeo radial o publicitar­io, sino que es consecuenc­ia de un proceso que ya lleva 18 años y seis discos. Historias, el último, los coronó; pero antes recorriero­n cada eslabón de la cadena de escenarios porteños, de pequeños teatros de barrio a microestad­ios del conurbano, Luna Park, Estadio Unico de La Plata -solos y como teloneros de los Rolling Stones-, y dos canchas de Ferro agotadas.

¿Cómo se explica el éxito de La Beriso? Dejemos a Rolo en la platea y veamos qué dicen sus colegas. Ale Kurz, de El Bordo, banda amiga, dice: “Parte de la explicació­n tiene que ver con las letras que escribe Rolo. Dicen y cantan cosas que la gente siente con el alma. En los recitales se produce un desahogo muy fuerte de convertir el dolor en canciones. Al mismo tiempo, la banda suena súper ajustada, muy profesiona­l.”

Esas letras fueron catarsis y oportunida­d para La Beriso, y están ligadas a situacione­s de profunda tristeza vividas por Rolo. “Cuando las bandas crecen como La Beriso, es porque tuvieron algo que otros quizás no tuvieron. A nosotros, la tragedia nos trae al éxito. Cuando falleciero­n mis dos hermanas empecé a escribir sobre eso, y la gente se sintió identifica­da. Me llegan cartas de pibes que me dicen que los saqué de una depresión, la verdad es que nunca fue la intención. Yo quería plasmar mi dolor en una canción. Y se fue a la mierda todo”, repasa. “Creí que me volvía loco, y empecé a tratarme. ‘Lo único que te puede sacar adelante es un proyecto’, me dijeron”. Ese proyecto era la banda.

Aunque a veces, la clave pasa sólo por animarse a más. Así lo ve Ramiro Cerezo, voz de Pier. “No es casualidad lo que les está pasando, es producto del trabajo, de no bajar los brazos, de confiar en ellos y en su música. Cuando eso sucede y la gente se identifica, tarde o temprano llega su premio”, agrega.

En esa sintonía y contra todo prejuicio, opina Martín Correa, periodista de Radio Mega, ex prensa de Los Piojos. “Son un ejemplo más de perseveran­cia, ésa que camina a paso firme al costado de los grandes medios y de la crítica de cierto público rockero conservado­r. Rolo y sus amigos tienen clara la alquimia entre la suciedad necesaria del barrio y la pulcritud de la industria, por eso no sorprende su condición de multitarge­t familiero. Tiene rock, lo justo de pop, lo que hace falta de canciones tristes y de las que hacen vibrar”, suma Correa.

En ese mismo esquema, donde se ataca a la banda por su supuesta falta de autenticid­ad, es donde Víctor Heredia hace su defensa central. La banda hizo junto a él una versión conjunta de su himno, Sobrevivie­ndo. “No concuerdo con los opinólogos que hablan de que heredaron el público de tal o cual. Yo veo una banda de garage donde hasta hace poco cada uno tenía un oficio. Eso se huele y la pibada prefiere esa autenticid­ad. No heredaron nada de nada. Son representa­tivos de un sector social y generacion­al que se siente plenamente identifica­do con su postura musical y poética”.

Otro con quien compartier­on la tarea de crear música es Néstor Ramljak, voz de Nonpalidec­e. “Los conocí antes de que grabaran His

torias. Me llamaron para producir un tema. Querían incluir un reggae y de allí nació el tema Madrugada. Se dio un crecimient­o increíble, desmedido, quizás inesperado también. Creo que cuando hay un componente popular tan grande es que hay una conexión que trasciende un poco la música. La clave es haber conectado. Tengo la intuición de que claramente su público conecta principalm­ente con la lírica de Rolo, que en este disco hizo una catársis muy importante ligada a la pérdida y al dolor”, dice.

Con otras voces de por medio, es tiempo de volver a Caballito. Rolo siente que llegó al lugar al que quería llegar. ¿Puede ser una moda? ¿Te da miedo que se termine? “No quisiera que fuera sólo un recuerdo, pero sí apunto a que se estabilice”, agrega y revela el mayor de sus temores. “No me gustaría quedarme solo. Que el éxito me deje solo. Trato de respetar todo lo que me enseñaron mis viejos. A veces veo a esos pelotudos que se matan por estar una noche al lado de alguien. Yo cuando llego a mi casa quiero que esté mi familia. Si hay algo para lo que tengo olfato es para los amigos del campeón. La agenda me cambió, pero sé bien a quién llamo”.

Y esas canciones que te llevaron tan alto, ¿sirvieron para calmar el dolor? “Agradezco el cariño de la gente. Al principio era muy fuerte. Quedé con muchos miedos, no soy el mismo de antes. La gente me dice que soy un ejemplo, pero a veces ni me conocen. Quedé herido de guerra y no quiero que se vaya más nadie. Hace poco quise hacer una canción que al final no salió. Hablaba de hacer un pacto: que no me den más nada pero que tampoco me quiten a nadie. Ya está, no quiero más. Si alguien quiere mi lugar en la banda y me devuelve a mis dos hermanas, acá se lo doy”.

 ?? G. ORTIZ ?? Rolo Sartorio. El líder de la nueva banda local que llena estadios asegura que la tragedia los llevó al éxito. “La gente se sintió identifica­da”, dice.
G. ORTIZ Rolo Sartorio. El líder de la nueva banda local que llena estadios asegura que la tragedia los llevó al éxito. “La gente se sintió identifica­da”, dice.

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