Más que un wing clásico

AEzequiel Cerutti hay que dejarlo volar. Que sea libre. Que nadie lo encasille. Que ningún entrenador se confunda y lo transforme en prisionero de sus precauciones tácticas. Es que sus mejores exposiciones individuales nacen cuando menos obligaciones defensivas le imponen.

Si la máxima producción en juego de San Lorenzo se encontró en el último clásico con River se debió, en gran parte, a la libertad que tuvo Cerutti. Esta vez no se lo observó como en otras ocasiones intercalando sus voraces movimientos ofensivos con exagerados desplazamientos defensivos, persiguiendo al lateral izquierdo rival casi hasta el área de Torrico, desgastando sus piernas intuitivas en un rol secundario.

Fue Cerutti contra River un segundo delantero, en general abierto a la derecha, pegado a la raya. Eso sí, a veces salió de la banda para soltarse por otras zonas del ataque, quitándoles referencias a los defensores adversarios. De ese modo, por ejemplo, había dibujado sus partidos más desequilibrantes en Estudiantes, cuando a sus travesuras al límite del campo les sumaba habilitaciones con pases entre líneas o remates desde afuera que se arrimaban al gol, aparte de mostrarse como un más que interesante pateador de tiros libres.

San Lorenzo pagó a principios de este año 3.100.000 dólares por el 80 % del pase de Cerutti. Arriesgó una fortuna, pero redondeó un gran negocio. ¿Cuánto vale hoy? Como mínimo, su valor se duplicó. Y es lógico. El Pocho no sólo es un gambeteador sensacional en el mano a mano, exprimiendo esa capacidad para ganar aunque su marcador ya sepa que él le amagará y lo encarará. Cerutti es mucho más que un wing clásico. Lo peor que le puede pasar es que lo agoten con responsabilidades defensivas. Guede lo advirtió y cambió. Lo liberó. Así Cerutti voló y San Lorenzo, también.