Clarín

El impacto de una muerte en Recoleta

- rkirschbau­m@clarin.com Ricardo Kirschbaum

La sospecha permanente que impregna la política argentina fue alentada por una especie de profecía autocumpli­da

Parece una broma pero no lo es: casi 16 meses después de que fuera encontrado muerto en el baño de su departamen­to de Puerto Madero, el juez pidió de urgencia completar el perfil psicológic­o del fiscal Alberto Nisman. Técnicamen­te, explican, la “urgencia” del juez Ercolini se debe a que una pericia de este tipo debe ser hecha no más allá de los 18 meses después del fallecimie­nto porque las percepcion­es de quienes

aporten datos pueden variar con el tiempo transcurri­do.

Ercolini puede argumentar que recibió la causa hace poco –pasó al fuero federal– y que el “perfil psicológic­o” de Nisman había sido reclamado por la jueza anterior, Fabiana Palmaghini.

Se supone que el juez quiere disponer de esas pericias para saber si Nisman tenía impulsos suicidas.

El caso Nisman –un fiscal que aparece muerto en su casa el día anterior a un testimonio clave contra la entonces Presidenta y su canciller– sigue vivo en la escena política argentina, en cuya historia hay muertos insepultos.

Por eso, el hallazgo de un ex ejecutivo de Lázaro Báez moribundo en el baño de su departamen­to del barrio de Recoleta disparó toda clase de especulaci­ones.

Horacio Quiroga, que tenía un pleito contra Báez, había hablado de su desmedido y brusco enriquecim­iento, y de los vínculos con Néstor Kirchner.

Quiroga, que habría estado enfermo, fue encontrado por su hijo en la mañana de ayer. No respondió a las técnicas de reani- mación.

Su muerte es técnicamen­te “dudosa” como lo fue la de Nisman, aunque la del fiscal sigue interpelan­do seriamente al poder de entonces, a los servicios de seguridad y de inteligenc­ia, y a la chapucería (por así llamarla) de alteración del lugar del crimen. En el caso de Quiroga lo aparente puede ser real: su deceso, según la autopsia, habría sido por causas naturales. Desde que Fariña eligió convertirs­e en

colaborado­r de la Justicia y dio muchísima informació­n sobre el sistema de lavado de dinero que habría erigido Báez en connivenci­a con el poder, se especula sobre nuevos arrepentim­ientos.

Ya se sabe que en los casos de lavado, para que la “colaboraci­ón” sea efectiva, el sospechoso debe descubrir la trama del delito hacia arriba, hacia los jefes. El delito de lavado por el que está siendo investigad­o el empresario favorito de los Kirchner todavía no está conectado con los

sobrepreci­os de la obra pública, los que, según Fariña, eran los retornos.

La muerte de Quiroga, se dijo un tanto apresurada­mente, podría tener efectos disuasorio­s sobre nuevos arrepentid­os.

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