El sentido común, más allá de las normas
Desde que San Pablo –con fama de machista– recomendaba que las mujeres “se atavíen con ropa decorosa, con pudor y modestia” y se cubran la cabeza para el culto, pasaron dos mil años y los criterios de decoro, pudor y modestia no son hoy los mismos. Además, la misma Iglesia Católica cambió y, si a principios del siglo XX exigía que la mujer vaya a misa con el velo o mantilla, tras el Concilio Vaticano II ya no lo pide. Con todo, dentro de la institución hay corrientes más conservadoras que se aferran a los criterios más restrictivos, como es el caso del sacerdote de la parroquia de Lima, que sorprendió no sólo por la prohibición de un tipo de vestimenta, sino por la razón que dio: la perturbación que provoca en los hombres ver una mujer con calzas.
Pero no sólo en la Iglesia Católica hay diversas concepciones. El rabino Daniel Goldman, de la Comunidad Bet El, puntualiza que en el judaísmo las corrientes liberales –conservadoras y reformistas– no tienen ningún tipo de restricción de la vestimenta femenina en los oficios religiosos, más allá del respecto dentro de la sensibilidad actual. En cambio, los ortodoxos exigen –incluso fuera del templo– que las mujeres no usen vestimenta de varón, o sea pantalón, sino pollera, y que se cubran el cabello con un sombrero, pañuelo o peluca. Y que deben estar en un sector diferente al de los hombres.
Entre los islámicos también hay criterios diversos. “El Islam no es algo monolítico y las posiciones, de mayor o menor restricción, varían según las culturas y los pueblos“, señala Ricardo Elia, secretario de Cultura del Centro Islámico. De todas maneras, precisa que la exigencia es que la mujer tenga cubierta la cabeza con un pañuelo. “Pero no tapada la cara porque eso no está en el Corán, aunque algunos lo promuevan”, aclara. Y debe tener cubiertos los brazos, requisito también exigido al varón.
Más allá de las normas, el sentido común puede ayudar.