Clarín

Gardel en clave pop

En sociedad con distintos artistas, el músico y cantante versiona con audacia clásicos de ‘Carlitos’.

- Patricia Kolesnicov pkolesnico­v@clarin.com

Los que conocimos Gricel con Spinetta-Paéz (1986) no nos vamos a inquietar porque suene más bien pop un homenaje a Carlos Gardel. De eso se trata Morocho, el disco en que Marcelo Ezquiaga reversiona un puñado de hits del zorzal criollo, en sociedades con músicos con origen en el rock y el pop de esta parte del mundo.

Ya mostró Borges, en su cuento Pierre Menard autor del Quijote, que cualquier texto, aunque fuera literalmen­te el mismo, escrito -y leído- en otro momento se convierte en otro. Como si esta idea fuera un salvocondu­cto, Ezquiaga se lanza a versiones que no le tienen miedo al original, que le coquetean, se acercan, se alejan.

El riesgo, seguro, era cómo traducir el gesto dramático del tango en el ligero del pop sin que el resultado pasara por agua temas más que probados. Cambiaron las esquinas, el arrabal es conurbano y en el gancho del chambergo quizás cuelgue una gorrita con visera: cómo hacer un disco que nos siga cantando. Del morocho del Abasto a, digamos, Miranda!

¿ Cómo lo hizo Ezquiaga? De muchas maneras. El disco abre con Ezquiaga y Johansen preguntánd­ose “Para qué vivir” en un bello Por una cabeza, donde un grave Johansen da el tono tanguero.

Más difícil es creer la nostalgia de Lejana tierra mía, cantado con Esteman. Ligerísimo, uno diría que está compuesto en la era de los vuelos baratos y que esa distancia la cubrirá con un mes de trabajo de camarero en Europa. A Miranda!, justamente, le toca decir “percanta”, “morlacos” y “otarios” en Mano a mano y sin embargo funciona, y hasta cierta tristeza se cuela cuando llegamos a “la cuenta del otario”. Y quiere hacer tango el uruguayo Martín Buscaglia que, en Sus ojos se cerraron desliza un “Querido Carlos, mi compatriot­a”, metiéndose en la discusión sobre el origen del cantor. ¿El dolor de su viudo funciona? Opiniones. Igual Cuesta abajo, con Onda Vaga; demasiado despliegue para ese dolor.

Más fácil era lo de Ezquiaga y Chano en Rubias de New York: el tema burbujea y sale bien. Moreno Veloso es él mismo -y es lindo- en Amores de estudiante. Y Miss Bolivia está en lo suyo cuando canta que “En tus muros con mi acero yo grabé nombres que quiero” ( Melodías de arrabal). Otros muros, pero se entiende. Hermoso Soledad con Leo García y muy hermoso Golondrina­s, con María Ezquia- ga. Funciona El día que me quieras (con Julieta Venegas) y Rubén Albarrán le pone el dramatismo que un mexicano conoce a Volver.

Tango para amantes del pop. ¿Me gustó? La verdad que sí.

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Dee corazón. Ezquiaga consigue actualizar­tualizar la intensidad del repertorio del Zorzal.Zorzal

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