Desde las raíces
La cantante inicia hoy el ciclo “La canción argentina, con invitados identificados con distintos géneros. “Hallé mucha libertad en el canto anónimo; un espacio que permite expresarme, cuenta Silvia Iriondo, una artista que viene haciendo un interesante trabajo con las raíces del canto folclórico a partir de diferentes compilaciones, como la de Leda Valladadres. Además, durante la charla con Clarín afirma que el folclore es concepto: la suma de lo vivencial con el paisaje.
Hoy, la cantante inicia un ciclo de tres presentaciones, en el que tendrá como invitados a músicos de diferentes géneros como el bajista Machi Rufino, el pianista Ignacio Montoya Carlotto y el cantante y compositor Jorge Fandermole.
“Estos encuentros tienen el propósito compartir con ellos el espíritu de la canción y su forma de exponerlas en sus composiciones”, agrega Iriondo, que hará durante los conciertos parte de su último disco, Anónima, un tributo a Valladares, y de Ojos negros, con Federico Arreseygor en piano, Horacio Hurtado en contrabajo y Fernando Bruno en percusión.
El estilo de la cantante se sale de los modelos clásicos del folclore y desafía con creativas aproximaciones esa música anónima que surge de la misma raíz, con una voz de delicada expresividad y un canto se- reno que, a la vez, logra transmitir la hondura de sus líricas.
“Soy una estudiosa no sólo de todo ese folclore anónimo que, precisamente, creo que tiene que ser de esa manera para ser verdadera raíz de la música argentina, y también me interesan las diferentes rítmicas que hablan de nuestra tierra, de la idiosincrasia de cada pueblo”, explica. Iriondo recuerda dos trabajos que la marcaron, sin saberlo, en a lo que hoy es su propuesta: Olho d’agua, de Marlui Miranda y Egberto Gismonti y uno Elis Regina con Camargo Mariano. “Fueron reveladores; era una música amplia, creativa”, explica.
Sobre su música y su búsqueda de raíces, señala que su proximidad con la música folclórica se dio desde el primer momento. “Sentí desde siempre en el género una resonancia especial, una vestimenta cómoda para mis inquietudes; y si bien soy un bicho de ciudad, el folclore me atrajo por su estética, por la relación con los paisajes, por esa relato que expresa un mundo existencial. Por esa fuerza que tienen sus letras, muchas de absoluta vigencia”, dice la artista, que insiste en el valor del canto anónimo, “sin el cual no habrían surgido artistas como Yupanqui, Falú, Dávalos, grandes compositores y que representan la construcción profunda de nuestra cultura.”