Clarín

Woody Allen

“Siempre fui un romántico” ántico” Lo dijo en Cannes. Hoy abre el clásico Festival con “Café Society”, su último filme.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Romántico, melancólic­o, nostálgico y menos humorístic­o que de costumbre, Woody Allen trajo hasta Cannes su 46° película, Café Society, que inauguró anoche fuera de competenci­a la 69° edición del Festival.

Ambientada en los años ‘30 (“una época que siempre me fascinó”, dirá luego el realizador) Café Society cuenta la historia de un joven judío del Bronx (Jesse Eisenberg) que llega a Hollywood en busca de un futuro mejor, cansado de trabajar con su padre. Allí su tío (Steve Carell) es un importante agente de la industria, y tras ignorarlo por tres semanas, le consigue un simple trabajo, donde conoce a joven su asistente (Kristen Stewart), de la que se enamora. Claro, Bobby no sabe que ella es la amante de su tío, casado y con dos hijos.

“Siempre fui un romántico, me he pensado como un romántico -dijo, categórica­mente-. Aunque seguro que no todas las mujeres que han estado conmigo deban compartir ese pensamient­o. No soy un romántico en el sentido que representa Clark Gable, sino en el de enamorado del romanticis­mo, de los grandes amores del pasado. He crecido con las películas de Hollywood y eso ha influido en mí”, explicó. Y agregó que sus ex lo llamarían “un tonto romántico. Creen que idealizo la ciudad de Nueva York, que idealizo el pasado, que idealizo las relaciones de amor, y probableme­nte lo hago. Probableme­nte sea tonto”.

Allen se hace cargo de la narración del filme, con su voz en off (“sabía los textos y resultaba más barato”), homenajea al Hollywood de entonces, y también da su mi- rada sobre los clubs nocturnos de la otra Costa, la de Nueva York. Y al paso hace reflexiona­r a sus personajes sobre las decisiones que toman, los sueños que se truncan y la ética que suele preocupar a los protagonis­tas de filmes como Match Point.

Una de las frases que más repercusió­n tuvo entre los asistentes a la función de prensa fue la que asegura que “La vida es una comedia escrita por un sádico”, y el director de Blue Jasmine, parece, tenía motivos para incluirla.

“Fíjense de qué nos reímos, y se darán cuenta por qué es así. Vemos un hombre que engaña a su mujer, y puede resultar hasta gracioso. Y en el fondo es fundamenta­lmente triste. Casi todo lo que hace gracia termina siendo trágico”, concluyó.

Café Society es la tercera película con la que Allen abre el Festival, tras La mirada de los otros (2002) y Medianoche en París (2011). ¿Por qué nuevamente participa en Cannes, pero fuera de competenci­a? De la docena de películas que trajo en première mundial, solamente una vez aceptó la competenci­a, y con La rosa púrpura de El Cairo se

Fíjense de qué nos reímos. Vemos que un hombre engaña a su mujer y puede resultar gracioso. Y es fundamenta­lmente triste”.

llevó el premio de la Prensa Internacio­nal (FIPRESCI).

“No creo en las competenci­as en temas de arte, las competicio­nes son fantástica­s en el deporte -puntualizó-. ¿Es mejor un Matisse que un Picasso? Creo que es una cuestión subjetiva. Mirá, un jurado puede decir ‘éste es mi filme favorito’, y está bien. Van a otorgar un premio, van a decir que es la mejor película, y para mí puede ser la más aburrida. Hay gente que encuentra mis películas aburridas. Otros, las aman. Todo es muy subjetivo. Competir -concluyó- va contra mi sentido común. Sí me gusta estar aquí, por la atmósfera, por la pasión de la gente que viene, porque se habla de cine, porque me encuentro con amigos.” Es fácil reconocer en la manera de expresarse de Bobby, al mismo Allen. “Si esto hubiera pasado hace unos años, yo hubiera actuado el papel que interpreta Jesse -dijo el director-. Lo habría interpreta­do mucho más parecido a mí mismo, porque soy un comediante, no un actor. Yo le hubiese dado una sola dimensión al perso- naje, y Jesse es un buen actor, y le dio mucha más complejida­d”.

Café Society es la primera película de Allen producida por Amazon, y a la vez, la primera que hace con soporte digital. “Para mí es exactament­e lo mismo. Es idéntico. En vez de celuloide, estás trabajando digitalmen­te”, minimizó la cuestión, mientras el director de fotografía Vittorio Storaro, que trabajó por primera vez con él, no se cansó de explicar los beneficios de trabajar los colores “para que todas las películas no parezcan las mismas”.

A la pregunta de si alguna vez revertiría los conceptos de muchos de sus filmes, y contaría la historia de un hombre joven enamorándo­se de una mujer mayor, fue categórico: “No dudaría en hacerlo si tuviera una buena idea para escribir una historia. No es algo que se vea comúnmente. No tengo mucha experienci­a como para trabajar sobre ese material”, pero de inmediato se contradijo. “Cuando tenía 30 años me enamoré de una mujer de unos 50 años, que era muy linda y potente, pero estaba casada y no se habría acercado a mí”.

En más de una oportunida­d, Eisenberg y Stewart le repetían las preguntas a Allen. El propio realizador se encargó de aclarar la situación. “Llevo audífonos y encima me puse estos otros auriculare­s para escuchar la traducción, y sigo sin escuchar absolutame­nte nada”.

Además de los actores mencionado­s, la película -que se estrenará en nuestro país en octubre- cuen- ta con Blake Livelly ( Gossip Girl) y Corey Stoll ( House of Cards), todos presente en el encuentro de Allen con la prensa internacio­nal. Lively disimulaba su embarazo -espera su segundo hijo con su marido Ryan Reynolds- con un vestido rojo, mientras Stewart, la estrella de la saga Crepúsculo , lucía una falda tubo y top blanco, con tacones altísimos. Pero la atención estuvo, obviamente, centrada en Allen.

El director explicó que quiso rodar la película como si se tratara de una novela. “Es una historia muy romántica que también es una trama familiar, muy de novela, porque eso es lo que quería, escribir un libro”, dijo.

¿Para cuánto más tenemos de Woody? “Tengo ochenta años, no puedo creerlo, me siento joven… Me alimento bien, hago ejercicios, mi padre vivió hasta los 100 años y mi madre hasta casi los 100. Si hay algo de genético en ello, entonces me he ganado la lotería. Estoy seguro de que un día me levantaré a la mañana y me dará un infarto cerebral, y seré una de esas personas que ves en una silla de ruedas, pero hasta que eso pase seguiré dirigiendo películas... Mientras haya gente tan tonta que siga invirtiend­o su dinero en producirme”.

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AFP Una más. Es la tercera vez que Allen abre el Festival de Cannes. Dijo que mientras pueda seguirá haciendo películas.
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