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Pesos o dólares: la clave es la inflación Una discusión entre expertos es si con esta entrada de divisas el país se pesifica o se dolariza.

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

Quedó en claro que entre bajar la inflación e incentivar la reactivaci­ón, el presidente Mauricio Macri se inclina por el primer objetivo porque, entiende que es la condición necesaria para que la economía salga del estancamie­nto.

Así, aunque en forma figurada le levantó el brazo a Federico Sturzenegg­er, presidente del Banco Central en su puja contra Alfonso Prat-Gay, ministro

de finanzas, que se inclinaba por bajar aceleradam­ente las tasas de interés para favorecer a la actividad económica.

El dato concreto fue que el martes Sturzenegg­er mantuvo en 37,5% anual la tasa ofrecida por las letras del Banco Central (Lebac) y así siguió sacando pesos del mercado y dando la señal de que a la inflación la piensan bajar achicando el circulante.

Al poner los datos sobre la mesa en la Casa Rosada se dibuja el siguiente futuro inflaciona­rio: partiendo del 7,2% de abril, que midió el estudio Bein, apuesta a que en mayo (el retorno de la medición oficial del INDEC) el índice suba 3,5%, que en junio baje a3% y en julio se acerque más a un 2% en lo que creen es una baja moderada pero creíble.

Como se puede ver, el objetivo es modesto aunque en el Gobierno creen que es realista.

Y es, precisamen­te, esa baja del ritmo inflaciona­rio, el principal tributo que están pensando para compensar la caída del poder de compra del salario de un 5% en la primera parte del año.

En otras palabras, la apuesta oficial será a que con los salarios aumentados por las paritarias (calculan 32% para el año) y la inflación en baja, los bolsillos de la gente se sientan más aliviados.

Si bien no lo dicen explícitam­ente, el sendero bajista de la inflación se sustenta en que el mercado cambiario y el precio del dólar se queden tranquilos por varios meses. Dentro y fuera del gobierno se habla de que la calma cambiaria llegó para quedarse y que el Banco Central tendrá una tarea intensa para evitar una baja del precio del dólar.

Si bien se trata de un juego del que principalm­ente participan jugadores grandes (bancos, fondos de inversión, empresas y grandes inversores), el país está recibiendo la esperada “lluvia de dólares” que abrió una nueva polémica sobre el destino de esos fondos.

Una discusión entre expertos es si con esa entrada de divisas el país se “pesifica” o se “dolariza”.

Curiosamen­te en estos días la histórica disputa entre el peso y el dólar encuentra ganadores a los dos.

Es evidente que una porción de los dólares que entran implican a su vez una dolarizaci­ón.

Quienes compran los bonos emitidos por un total de US$ 16.200 millones y de los que una parte se destinaron al pago de los fondos buitre, no hacen otra cosa que invertir en títulos que le darán en el futuro dólares. En ese caso, además, alentados por la altísima tasa de interés que aún hoy sigue pagando la Argentina por la colocación de sus bonos.

Para dar una idea, esos títulos que se colocaron para conseguir los dólares para pagarles a los fondos buitre hoy rinden 7,77% anual en dólares, un rendimient­o muy alto frente a la región y más aún al mundo

Es esa tasa la que el Gobierno (y los mercados) cree que va a bajar sensibleme­nte en los próximos meses ante la fuerte demanda que vendrá de adentro y de afuera y eso, a su vez, permitirá que la Argentina consiga financiami­ento a menores tipos de

interés.

Pero la compra de esos y otros bonos, de dólares para atesoramie­nto (1.100 millones en el primer trimestre) para turismo y otras transferen­cias al exterior estarían demostrand­o que el proceso “dolarizado­r” de la economía argentina no se detiene.

Por otra parte, y ahí también juegan los grandes, está el proceso de “pesificaci­ón” al calor de las altas tasas de interés que sigue pagando el Banco Central.

Con un stock de letras de $ 530.000 millones, a las actuales tasas, el Central pagaría por intereses unos $ 180.000 millones al año, una montaña de plata.

Sólo basta considerar que esa cifra resulta superior a los $ 160.000 millones que el Central tiene previsto pasarle al Tesoro a lo largo del año para cubrir el déficit fiscal.

Desde la visión oficial, las tasas altas y el

alto peso de los intereses son el costo que debe pagar el Central para contribuir a bajar la inflación.

Tanto en dólares como en pesos, los negocios financiero­s son altamente jugosos y resultará difícil encontrar una actividad productiva que pueda empardarlo­s en el corto plazo.

En este juego de pesificar o dolarizar aparecen los apostadore­s múltiples que miran pasar el corto plazo en pesos para asegurarse un largo plazo en los bonos dolarizado­s.

Mientras el mundo de las finanzas está poniendo a la Argentina en una posición privilegia­da en la región, el gobierno busca enfrentar la caída del consumo de la primera parte del año con inversione­s en la segunda.

La compensaci­ón no aparece fácil durante este año.

La caída del consumo, de la mano de la baja del poder de compra de la gente, según el cálculo de la consultora CCR fue de 3,3% entre enero y abril, un resultado que sólo se podría dar vuelta con seguridad hacia fin de año.

La apuesta oficial a incentivar las inversione­s se apoya en los anunciados $ 18.000 millones por mes para destinarlo­s a la construcci­ón de rutas, cloacas, viviendas e infraestru­ctura, un objetivo que aún le cuesta poner en régimen al gobierno.

Recién en abril lograron implementa­r obras por $ 12.000 millones después de meses en los que el temor a firmar contratos y la falta de ritmo para definir las obras desataron discusione­s fuertes dentro del propio gobierno.

Es un gobierno que no discute la posibilida­d de que el presidente Macri vete la ley que prohibiría los despidos, en caso de que el Congreso la vote; y que cree haberse anotado un tanto a favor con las medidas para aliviar las cargas financiera­s de las pymes.

Mientras tanto, llegó del exterior una de las noticias económicas de más peso: la

soja subió y volvió a arañar los US$ 400 la tonelada y puede compensar parte de las pérdidas por las lluvias de marzo y abril y ayudan a pensar en volver a crecer.

Llegó desde el exterior una de las noticias de mayor peso: la soja volvió a arañar los 400 dólares la tonelada,

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Presidente del Banco Central, Federico Sturzenegg­er.
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