Clarín

Lo dejó y él le tiró una bomba molotov por la ventana de su casa

Le quemó medio cuerpo. Antes le había arrojado otra que pegó en la pared e incendió parte del frente.

- Guillermo Villarreal mardelplat­a@clarin.com

Le dijo que lo dejaba y él le arrojó dos bombas molotov. El hombre, un ex convicto de 32 años, apareció en la casa de la joven, donde vive con sus tres hijos de 3, 6 y 9 años, y le arrojó dos botellas incendiari­as, cargadas con nafta y mechas de trapo encendidas: una dio contra la casa e incendió parte del frente, la otra se la tiró a ella a través de la ventana y le quemó medio cuerpo. Está viva de milagro.

“Te dije que te iba a quemar”, le gritó Nicolás Olivera Escalante antes de romper la ventana con la botella. Fue en la madrugada del viernes. Yésica Castillo, de 28 años, se había acercado a mirar luego de oír un ruido afuera (el golpe de la primera bomba), y lo vio afuera. Tenía una botella con la mecha encendida en sus manos y se la arrojó. Enseguida se vio envuelta en llamas. Pero no salió. Tenía miedo: suponía que él la estaba esperando, pero no resistió más y corrió a la calle a pedir ayuda.

Los vecinos, que a pesar de la época del año aún tiene una pileta de lona armada, le arrojaron agua. Olivera Escalante ya no estaba allí. En la tarde de ayer la fiscal Andrea Gómez autorizó a difundir su imagen. Tiene pedido de captura por el delito de “homicidio agravado”.

A la espera de que el agresor sea detenido, Yésica ya no está en su casa del barrio Autódromo, en la periferia de Mar del Plata, pero continua recibiendo amenazas. “Hoy me llamó dos veces a las 5 de la mañana para amenazarme porque lo había denunciado”, dijo a Clarín. La Policía le dio un botón antipánico y recibió asistencia de la Comisaría de la Mujer.

Luego del ataque, la joven fue asistida en el Hospital Interzonal “Oscar Alende”, tiene quemaduras de tercer grado en las piernas, una mano, parte del abdomen y el rostro, y desde el sábado la llevan todos los días a hacerse curaciones. “Le dan morfina y pastillas, pero ella no puede dormir por el dolor que tiene”, contó Claudia, su mamá.

A Olivera Escalante lo había conocido –contó– a través de una amiga. Tiene antecedent­es por robo calificado y una causa por abuso sexual. En febrero pasado recuperó la libertad. “Cuanto me enteré que había estado preso por violación, tuve miedo. Por eso me aparté, y él me dijo que me iba a prender fuego”, dijo a este diario. Entonces comenzó a vivir una pesadilla. Llamadas, persecució­n y amenazas: “Se puso muy agresivo. Un día apareció borracho y drogado en mi casa, me empezó a dejar amenazas, hasta que pasó lo del viernes”.

El ataque se produjo a la madrugada. Yésica estaba en su casa con el menor de sus hijos. “A las 3 de la mañana me llamó. Quería saber adónde estaba”. Dos horas después comenzó el ataque. “A las 5 sentí ruidos en el techo y cuando me asomé a la ventana de la casa estaba ahí y me tiró la molotov”, contó. Los médicos le dijeron que era nafta: “Me quemó las piernas, las manos y un poco la cara. Quiero que lo detengan por lo que me pasó y por otras chicas”.

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LA CAPITAL Aterrada. “Me quemó las piernas, las manos y un poco la cara”, dijo Yésica Castillo en su casa.
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Nicolás Olivera. El agresor.

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