Clarín

Basquiat, vagabundo y adicto: una obra suya vale US$ 57,3 millones

El artista, que vivió por épocas en la calle e hizo graffiti, lo pintó seis años antes de morir de sobredosis.

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Podría decirse que era un negro, hijo de jamaiquino y puertorriq­ueña, que se largó a vivir a la calle y se drogó hasta la sobredosis final y sería verdad. Y sería cierto si se dijera que era el hijo de dos profesiona­les de clase media alta, que creció visitando museos y viendo películas de Hitchcock, que fue a una escuela para chicos talentosos y con uno de sus compañeros se puso a experiment­ar y para eso usaron las paredes de la calle y los subtes. En esa esquina -negro, arte, drogas, educación, calle- se puede encontrar a Jean-Michel Basquiat. El martes a la noche, en Nueva York, pagaron por un autorretra­to suyo 57,3 millones de dólares en la sucursal de Christie’s en Nueva York. Sin título fue pintado en 1982, cuando el artista tenía 22 años. Seis años después estaba muerto.

El hombre que se llevará esta intensa mirada de Basquiat sobre sí mismo es japonés, se llama Yusaku Maezawa, tiene 40 años y vende ropa de moda de moda en Internet. No una boutique en su casa: Maezawa es el fundador de la tienda online Zozotown y de la Fundación de Arte Contemporá­neo que funciona en Tokyo. Según Forbes es el 17° japonés más rico, con unos 2.500 millones de dólares. ¿ Qué vio el millonario en el neoyorkino que garabateab­a subtes y muros antes de meterse con las telas? “Una conexión visceral”, declaró Maezawa. ¿De qué modo? “Sentí la responsabi­lidad de cuidar esta obra maestra para la generación que viene”, dijo. Y aunque aseguró que no pensó en dinero, Basquiat viene siendo un buen negocio: el coleccioni­sta que lo vendió ayer lo había comprado en 4,5 millones en 2004.

Con su gran tamaño (2,38 x 5 metros) Sin título fue, sorpresiva­mente, el cuadro más caro de una noche en que se esperaba que la estrella fuera otro, de Mark Rothko (1903-1970).

Nacido en 1960 en Brooklyn, tuvo su primer sacudón a los 8 años, cuando sus padres -un contador y una diseñadora gráfica- se separaron. La mamá se fue con él y dos hermanas a Puerto Rico y terminó internada en un hospital psiquiátri­co. A la vuelta entró a la City As School, una escuela alternativ­a de donde lo echaron por rebelde.

Pero Basquiat no se fue de la escuela con la manos vacías: se llevó de ahí a Al Díaz y juntos se convirtier­on en un solo graffitero que hoy es mítico: SAMO. En 1977 SAMO -(“Same old shit”, es decir “La misma mierda”- escribía cosas como “SAMO no provoca cáncer en animales de laboratori­o”; ”SAMO, para los que apenas toleramos la civilizaci­ón” o “Samo pone fin al lavado de cerebro religioso, la política de la nada y la falsa filosofía”.

Enseguida se mudó a su galería de arte, es decir, a la calle, y ahí vivía, entre amigos, un poco en la vereda y un poco donde lo acogían. Vendía postales y remeras (pintadas, por supuesto). Cuenta la leyenda que entre quienes se las compraban, por diez dólares, estaba un ícono del arte pop, Andy Warhol, y que años después, cuando un galerista los presentara y los llevara a comer a un restaurant­e vegetarian­o, Warhol se acordaría del chico de las remeras. Otros cuentan otra historia: que Basquiat y Warhol se conocieron en una galería y que el muchacho estaba lleno de cocaína. El punto es que ese encuentro -como haya sido- fue duradero.

Pero falta. Por ahora es 1979, Basquiat grita por las paredes que “SAMO está muerto” y se larga a pintar. Máscaras, calaveras, tóte-

ms, héroes negros, referencia­s a culturas antiguas, según la época. Algunos hablan de una “energía salvaje” en sus obras.

En 1981 fue parte de la muestra colectiva Nueva York/Nueva Ola: la estrella de la exposición era el fotógrafo Robert Mapplethor­pe pero los graffitis de Basquiat fueron a dar a la cumbre del arte contemporá­neo, la muestra Documenta, en Kassel, Alemania. En 1982 ya hizo una exposición individual. Se hacía cargo -supo decir a Cla

rín el curador Philip Larratt-Smithde que “la raza es la rajadura más grande en la historia de Estados Unidos”. Basquiat, decía, “asumió su identidad negra. Su trabajo hablabade la posición de los negros en Estados Unidos. Esa, creo yo, es una de las razones por la cual tomaba drogas. Debió haber sido duro ser Basquiat.”

En 1984 la calle se había acabado, Basquiat vivía en un loft, vestía de Armani y era una estrella pero, dice su biógrafa Jennifer Clement, no le paraban los taxis. Por negro. Después más droga, Suzanne que deja a Basquiat no se sabe si por eso o por celos de Warhol, la sobredosis.

El reconocimi­ento llegó hace rato. Y en 2013 se pagaron 48,8 millones por otra obra suya. El precio sube; el racismo, que impulsó su arte, sigue vivo.

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AFP Autorretra­to. “Sin título”, la obra de Basquiat por la que ayer pagaron 57,3 millones de dólares.
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En las paredes. Basquiat hizo graffiti en los muros y dejó su marca en los subtes de Nueva York.
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“Nene y perro junto a una boca de incendio”. Tal vez, otro autorretra­to.

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