Clarín

Un batallador que le hacía frente a un cáncer

- Esteban Mikkelsen Jensen

Rosario Toledo era de Formosa y tenía tres hijas junto a su mujer, Gladys. Hablaba todo el tiempo de su única nieta. Ella significab­a el mayor aliciente para darle batalla a un leucemia que desde 2008 le había complicado su salud. Pero el hombre no era de apichonars­e, sino más bien todo lo contrario. En la Prefectura ya llevaba 40 años de servicio, aunque su capacidad era valorada y por eso todavía no se había jubilado. Tenía decidido hacerlo a fin de año. Quienes trabajaron con él destacaron ayer a Clarín que siempre estaba pensando en cómo mejorar la institució­n.

Toledo (60) tenía el mayor rango entre los suboficial­es: ayudante mayor. Era el encargado de la delegación San Isidro, quien se ocupaba del personal.

En abril pasado participó de la dramática búsqueda de Manuel Storani (14), hijo del ex funciona- rio radical Federico Storani, muerto en un accidente náutico junto a su mamá y un hombre.

Todos lo conocían como “Guillermo”, su seudónimo, casualment­e el nombre de su hermano menor. El de Rosario se lo debía a su madre –a quien había ido a visitar en abril último para su fiesta de cumpleaños 85–, devota de la Virgen del Rosario de San Nicolás.

Toledo era experto en embarcacio­nes: fue quien introdujo las motos de agua en la Fuerza. Además, viajaba por el interior del país (lo hizo durante los saqueos de fin de año de 2013, como en Mendoza y Jujuy; también por la rebelión de las fuerzas de seguridad, en octubre de 2012). Y estuvo en Estados Unidos y Canadá, para ver de qué manera dotar de recursos a la Guardia Costera.

Dos balas se llevaron su vida, pero su legado quedó latente.

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