Aguas revueltas
Argentina clasificó a dos botes. Y la chance de que lleguen más a Río de Janeiro es remota. Las razones de un bajón.
Muy lejos quedaron aquellos años 90 de luxe cuando el remo argentino hizo doradas las aguas de varias de las principales canchas de regatas del mundo. De hecho, todavía se recuerdan las siete medallas de oro y una de plata de los Juegos Panamericanos de 1999 o los tres podios conseguidos en el Mundial de St. Catherine’s, apenas un mes después de aquella inolvidable cita de Winnipeg. Aquel seleccionado armado por Alberto Demiddi y que Ricardo Ibarra llevó a una infinidad de podios fue el climax de un deporte que hoy está muy lejos de semejantes días.
El remo argentino tiene dos botes asegurados para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Son los singles de Brian Rosso y Lucía Palermo que, además, por antecedentes no cuentan con grandes aspiraciones. Ni hablar de finales A y menos de medallas. ¿Cuáles son las otras chances de clasificación? En pocos días, del 22 al 24, Lucerna será el escenario del último Preolímpico y allí cuatro botes buscarán el pasaporte que conseguirán los dos primeros de cada categoría masculina y los cuatro primeros de cada una de las femeninas. Todos tendrán una misión muy difícil aunque, al menos para dos de ellos, el panorama se presenta como casi imposible.
Las mayores chances estarán en los brazos de Martín Lasserre y Rodrigo Murillo en el dos sin timonel y de Axel Haack, Agustín Díaz, Iván Carino y Francisco Esteras en el cuatro sin timonel. Mientras el doble de Ariel Suárez y Cristian Rosso y el dos sin de Zoe Fleischmann y María Laura Abalo irán por una verdadera hazaña fundamentalmente porque en el primer bote, (fue cuarto en Londres 2012 pero luego bajó notablemente su rendimiento) Suárez tiene una molestia en la cintura y en el segundo -una dupla nueva-, Fleischmann (nació en Estados Unidos y los dirigentes todavía están esperando el permiso para que pueda competir para Argentina) es muy joven con sus apenas 23 años y Abalo tampoco está en sus mejores condiciones físicas.
Ahora bien, más allá de los presentes que tienen cada uno de los botes que se entrenan por estos días en Aiguebelette, ¿por qué el remo argentino bajó tanto su rendimiento en los últimos años al tiempo de conseguir apenas un oro en los Panamericanos de Toronto y ninguna actuación para destacar en el Mundial 2015 que se disputó en ese mismo lago natural de la Saboya francesa? Después de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 se decidió ir por el salto de calidad para buscar la medalla olímpica de la que tan cerca se estuvo. Entonces el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo contrató a Jean Raymond Peltier, un entrenador francés que había programado la preparación de Suárez-Rosso y que en agosto de 2013 llegó con pergaminos intachables desde su propio país, una de las potencias mundiales del remo. Pero la experiencia no funcionó.
El DT nunca pudo armar un buen equipo de trabajo, tuvo algunas decisiones tácticas controvertidas y varios de los atletas que habían apoyado su arribo terminaron yéndose de la Selección. El caso de María Gabriela Best -la histórica compañera de Abalo- fue el que más polémica trajo.
Pero la culpa no es toda de Peltier. Tampoco hay hoy en Argentina remeros diferentes como los hubo en años no tan lejanos. El esfuerzo diario de todos ellos es innegable e innegociable. Pero los últimos talentos, como Santiago Fernández (cuarto en Atenas 2004) o la propia Best, ya están retirados. Y el trabajo que se está realizando de cara a los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 recién podría empezar a dar sus frutos dentro de unos seis o siete años, aproximadamente.
Mientras tanto, el sueño de de que el remo sea otra vez protagonista en unos Juegos Olímpicos está lejos de concretarse. Por errores propios y también ajenos.