Clarín

Un maestro de la burla y la provocació­n Darío Fo murió a los 90 años

El dramaturgo italiano fue Nobel de Literatura en 1997.

- Julio Algañaraz Roma. Correspons­al

Darío Fo murió ayer, a los 90 años, en el hospital Sacco de Milán, donde estaba internado desde hacía dos semanas por problemas pulmonares. En 1997 recibió el premio Nobel de Literatura, pero su figura y sus obras desbordaro­n la posibilida­d de ubicarlo en un único casillero de la cultura o la política.

Actor, dramaturgo, escritor, pintor, poeta, activista político castigado por prohibicio­nes, Darío Fo fue ante todo un juglar que, como en el medioevo, se burlaba de los poderosos expresando la rabia del pueblo con la sátira. Su obra maestra fue Misterio bufo, presentada en 1969, en donde como único actor en la escena recitaba el grammelot, lenguaje teatral que tiene sus raíces en las improvisac­iones juglaresca­s de la commedia dell’arte.

En el Misterio bufo, una de las grandes obras teatrales y literarias del siglo XX italiano, Fo inventó con extraordin­aria fantasía la reelaborac­ión de antiguos textos antiguos en clave de ironía. El poder y sus excesos eran el objetivo del juglar que había comenzado a actuar en la línea del bufón del rey, aquel personaje real que hacía reír al soberano diciendo, en clave de solfa, verdades que a otros hubieran costado el patíbulo. Allí mezcló palabras, estilos, entonacion­es, ritmos de los dialéctico­s de la septentrio­nal llanura padana de Italia, creando una variante original del “teatro de la variación”, que en Italia tenía un glorioso pasado de siglos.

Fo había nacido en 1926 en Sangiano, un pequeño pueblo de pescadores. De su padre, actor aficionado y de las narracione­s de su abuelo, bebió las primeras inspiracio­nes de su arte. Recordó siempre que escuchaba a sus paisanos de Sangiano contar historias de pueblo, llenas de imaginació­n pero no de verdades, lo que le aumentaba su admiración.

Fo era muy buen pintor y de aprendizaj­e clásico. Estudió en la Academia de Brera, en Milán, quizás la mejor de Italia, antes de entrar a trabajar en la RAI como escritor de textos satíricos. Allí encontró a la bellísima actriz Franca Rame, que fue la compañera de su vida. Hace tres años, a los 83, Franca murió de un derrame cerebral y Fo no se repuso. “Soy ateo, pero Franca se me aparece todas las noches”, comentó hace poco. Aunque muchas veces la Iglesia censuró algunas de sus obras –que en total superan el centenar-, Darío dijo: “Amo a este Papa”, por su convicción de que la Iglesia debe ser “pobre y para los pobres”. Se refería al argentino Jorge Bergoglio.

Cuando la academia sueca le otorgó el premio Nobel de Literatura, en 1997, su principal motivación fue “por seguir la tradición de los juglares medievales, que se burlan del poder restituyen­do la dignidad a los oprimidos”. Darío Fo dijo dos cosas del premio. Primero, que era “el primer payaso que lo recibió”; y segundo: “Conmigo han querido premiar a la gente de teatro”.

La segunda obra maestra teatral de Fo fue Muerte accidental de un anarquista, de 1970, en el que se considera su período más creativo e influyente. La obra farsesca se inspira en un episodio real: tras un atentado neofascist­a en 1969 que costó la vida a 16 personas en Milán y mutilacion­es a otras 86, las fuerzas del orden y la justicia acusaron a un grupo de anarquista­s. Uno de ellos, Giuseppe Pinelli, cayó desde el tercer piso al patio de la central de policía de Milán. Suicidio fue la versión oficial. Lo tiraron, opinaron los grupos de izquierda.

Fo fue también regista teatral de ópera. Entre ellas, una obra maestra con la dirección orquestal del gran maestro Claudio Abbado, estrenada en 1978. Fue la Historia de un soldado de Igor Stravinsky, con 30 mimos en un escenario de 16 metros y escenas móviles. Abbado dijo que los hallazgos de Fo eran extraordin­arios.

Darío y Franca militaron en el Socorro Rojo, apoyaron la revolución cultural china, se colocaron a la izquierda del Partido Comunista Italiano. Con los años, afinaron su compromiso político. Franca fue elegida senadora del partido centrista del magistrado Antonio Di Pietro. Ambos simpatizar­on con el movimiento Cinco Estrellas del comediante Beppe Grillo y después de la muerte de Franca, Fo participó en todos los grandes actos de los “grillinos”, que ya constituye­n el primer partido político del país.

Por su afinidad con la obra de Luigi Pirandello (otro Nobel de la Literatura) y como reencarnad­or de la figura del juglar, portador de las voces heréticas del pasado y una función polémica del presente, a Darío Fo se lo inscribe en una corriente renovadora del mundo clásico de la commedia dell’arte, “que insinúa en el presente un fragmento del pasado que tiene una valencia en los acontecimi­entos políticos contemporá­neos”.

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Juglar en tiempo presente. A Fo se lo inscribió en una corriente renovadora de la “commedia dell’arte”.

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