Clarín

Los uruguayos son locales y los de afuera, bienvenido­s Con más público que el sábado, la última noche ratificó la convocator­ia de la banda de Brancciari.

- Ezequiel Ruiz Especial para Clarín

Con algo más de público circulando por GEBA que durante la tarde noche del sábado, la segunda y definitiva jornada del Personal Fest fue coronada con los himnos melancólic­os y arrollador­es de No Te Va Gustar. El grupo liderado por Emiliano Brancciari volvió a tocar en la Ciudad de Buenos Aires más de un año después de haber llenado dos veces la cancha de Vélez y revalidó su amplia convocator­ia en este lado del país, en el que sólo un puñado de artistas concretan estado-de-estadio (La Beriso, Pastillas del Abuelo, Ciro & Los Persas).

Geográfica­mente uruguayos, son parte fundamenta­l del rock argentino de los últimos diez años de la misma manera que sus coterráneo­s de La Vela Puerca: en ese caldo, se animaron a celebrar tanto a Soda Stereo (con una sobria versión de Cuando pase el temblor) como a los Redonditos de Ricota, con el habitual truco de insertar épicamente el estribillo de Todo un palo en la coda de la propia Te voy a llevar, sobre el final del show. Incluso saludaron a otra figura pop local como el Potro Rodrigo, recuperand­o versos de Cómo le digo a mi mujer.

Mientras que en los discos pulieron su sonido, ecualizánd­olo con brillo rockero y volcado sobre las guitarras de Brancciari y Pablo Coniberti, en vivo revelan uruguayi

dad en los detalles percusivos de Gonzalo Castex y en la fuerza del trío de vientos (Mauricio Ortiz en saxo, Denis Ramos en trombón y Martín Gil en trompeta) que empujan las melodías y marcan la tónica del agite abajo del escenario.

Hits como Fuera de control, Al vacío, A las nueve y Chau fueron el combustibl­e espiritual de la noche, atenuado en parte por la división algo antiestéti­ca entre el campo vip y el campo general: una ancha y vacía grieta se formaba justo delante del micrófono y la mirada del cantante, al tiempo que enfriaba el clima de un lado (público quieto el del vip, en general preocupado por registrar algo en su celular) y achicaba las dimensione­s del otro, en donde se saltó y mucho.

También hubo tiempo para novedades: minutos en vivo para Pren

dido fuego (editada digitalmen­te como single hace algunas semanas) y la promesa de volver a tocar en la ciudad, en diciembre. Tras casi dos horas de show, No

era cierto fue la última canción y Emiliano se la dedicó de manera solidaria a los trabajador­es de Rock & Pop, quienes desde hace meses ven afectados sus salarios (pagos en cuotas, retrasos) por parte de la empresa dueña de la radio y productora del festival.

Antes, The Kooks renovó su romance con el público porteño, ese que no paró de agradecer cada descarga de los británicos, más eléctricos e intensos que nunca.

Seguros de sí mismos y enfocados en tocar sin demagogias ni tribuneris­mos, lograron un cielo de chicas cantando sus canciones, a los gritos, sobre los hombros de los muchachos: nuevos clásicos radiales de (esta) época como Ooh La, She

Moves in Her Own Way y Junk of The Heart fueron festejados con la particular efervescen­cia del “mejor público del mundo”, que es fanático de casi todo.

El mismo calor recibieron otros isleños, el combo irlandés The Strypes. Pasado por un tamiz old school y mod, tanto en sonido como en look, lo de estos cuatro pibes sub 21 es clásico, filoso y anfetamíni­co, con el desenfado y la vitalidad propia de su edad, revelada también en las letras de temas como Mystery

Man o Smokestack Lightning. En el medio, tuvo lugar la presentaci­ón de Cypress Hill, exponentes del rapcore noventoso, mestizo, nasal, humeante y de la costa oeste, que a este país entró por los ojos y de manera coaxial, con sus recordados clips rotando en MTV y una célebre aparición en un episodio de

Los Simpson. Algo fuera de época, se encuentran celebrando 25 años de su primer disco y no claudican en sus viejas batallas: cuando fue el turno del “enganchado fumón” (armado de fragmentos de Roll It Up, Light It Up, Smoke It Up, I Wanna Get High, Dr. Greenthumb y Hits from the Bong), B-Real encendió un enorme cigarro de su cosecha personal (“Tiene la mejor marihuana del mundo”, según testeó y definió Sen Dog, el otro MC del grupo) para pitarlo entre estrofa y estrofa. Y pese a algunos desperfect­os técnicos que saturaron las pistas disparadas por las bandejas y la computador­a de DJ Muggs, lograron alto feedback con un público nuevamente rendido, que obedeció al pedido de manos arriba en el aire en Tequila Sunrise e Insane in the Brane.

Casi al mismo tiempo, pero ante una multitud más joven, Angela Torres se presentó como cantante acompañada por su banda, para estrenar canciones ( Algo que me gusta, Nunca sabrás) que huelen a espíritu adolescent­e y formarán parte de un futuro álbum debut. Colorida y divertida, cantó algunos covers y se perfila como nueva ídola teen, hablándole de igual a igual a chicas que encuentran identifica­ción en sus letras y su figura. ¿Hay futuro ahí? Está por verse.

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ROLANDO ANDRADE STRACUZZI Líder. El argentino Emiliano Brancciari es la voz y la guitarra de No Te Va Gustar, la banda charrúa pasión de multitudes.
 ??  ?? The Kooks. Los ingleses no apelaron a la demagogia y les fue bien.
The Kooks. Los ingleses no apelaron a la demagogia y les fue bien.
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Angela Torres. Debutó como cantante para un público teen.

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